J.R.R. TOLKIEN ¿INSPIRADOR METALERO?
de Antonio Gonzalez Arteaga, el jueves, 02 de junio de 2011 a las 16:32
«El mundo se divide entre aquellos que han leído El Hobbit y El Señor de los Anillos y aquellos que están a punto de leerlos»; aventurada afirmación del Sunday Times, que tal vez sería más cierta si en el mundo se contaran más aficionados a la lectura. Sin embargo, y en buena medida gracias a las adaptaciones cinematográficas de El Señor de los Anillos, es imposible negar la relevancia e influencia de la obra de J.R.R. Tolkien.
Un universo completo, desde la creación del mismo por su deidad ficticia Eru Ilúvatar, hasta el árbol genealógico del último de sus personajes, por mencionar un par de ejemplos, constituyen en buena medida el legado de Tolkien, mas no termina ahí; historia, geografía e idiomas enteros, complejos y provistos de su propia gramática, escritura, fonética, etc. etc. etc., forman parte de esta vasta mitología engendrada no por una civilización, sino por un hombre.
Es tal vez esta afición casi patológica por el detalle, lo que atrae a muchos y posiblemente ahuyenta a muchos más, o tal vez es el hecho de tomar el más «simple» de los conceptos, el bien contra el mal, polarizarlo de manera surrealista y de alguna forma crear una fantasía que se siente posible, casi tangible, real.
Pero me desvío del tema que me convoca… El metal. Los seguidores incondicionales de la obra de Tolkien, caen por tradición en uno de los estereotipos favoritos de nuestra era, los nerds, o geeks, o como quieran decirles, o decirnos. Lentes gruesos y brazos delgados, y fantasías de heroísmo y nobleza en un ambiente de magia medieval. Mas existe algo que pocos conocen. Cabellos largos, chaquetas de cuero negro con púas metálicas y camisetas de semidioses modernos como Ozzy Osbourne y Judas Priest, parecen ser frecuentes en las filas de los ejércitos de la Tierra Media (el continente ficticio donde se desarrollan las historias de Tolkien).
Desde menciones breves, como el título de la canción Symblemÿne (una flor de la Tierra Media) de la banda de metal gótico Tristania, hasta discos conceptuales enteros, como Nightfall in Middle Earth de los power metaleros Blind Guardian, pasando por las bandas que toman su nombre de algún lugar, objeto o personaje del mundo de Tokien, su influencia sobre el metal underground es casi tan extensa como su obra misma. La banda pionera de este matrimonio de hobbits, elfos y guitarras eléctricas fue tal vez Led Zeppelin (como si no hubiese sido pionera ya de suficientes cosas), con canciones como The Battle of Evermore, de 1971.
Pero en realidad, para aquel que esté familiarizado con la estridente música “joven” de las últimas 4 décadas, y que por supuesto sabe que aborda mucho más que sexo, drogas y satanismo, esta fusión puede no ser tan sorprendente, especialmente si se pone en consideración uno de los muchos subgéneros del metal, el power metal. Mientras el thrash suele centrarse en la política y la crítica social, el death en la muerte y la violencia, y el heavy… en el heavy (y muchas otras cosas importantes como filosofía, historia, motocicletas y chicas), el power metal es tal vez el más geek de los metales. Guerreros, espadas, hechiceros, princesas, y todo lo que se puede poner en un tablero de Calabozos y Dragones (excepto los dados) son elementos recurrentes en este subgénero, sobre todo en su encarnación europea. Dicho sea de paso, es también este subgénero el más alegre y positivo (algunos dirán cursi) de todos los que se gritan, moshean y headbangean. Sorprende entonces menos aún la mentada fusión, ya que a pesar de los muchos sentimientos explorados por Tolkien en sus relatos, la atmósfera de los mismos es en general más esperanzadora que devastadora, y siempre del lado del bien.
Dicho esto, analicemos un fenómeno más peculiar. En craso contraste con su jovial pariente arriba mencionado, otro subgénero del metal transita caminos mucho más obscuros, en teoría, y en reducidas ocasiones también en la práctica (sobre todo en Noruega). El black metal, se precia de ser verdaderamente maligno. Cruces invertidas, pentagramas y la imagen tradicional del “diablo” con cuernos, tridente y patas de cabra, derivada de dioses de otras religiones antiguas, son tan frecuentes en las portadas de sus discos, como la pornografía en las de los discos piratas de música bailable. La vestimenta característica negra y con púas, y maquillaje blanco y negro para emular la muerte (aunque terminen pareciendo miembros de Kiss, pero al glam no lo analizaré aquí), son también íconos del black, al igual desde luego que las letras y la música que acompañan dicha imagen. Diré también que existen bandas en este subgénero, que más que centrarse en el mal per se, lo hacen en la concepción filosófica de la rebeldía contra la dominación político-religiosa de los sistemas vigentes, y se esté o no de acuerdo con su tajante crítica a la burguesía cristiana, son mucho más profundas líricamente de lo que puede parecer en principio, para lo cual con frecuencia toman como referentes o inspiración los trabajos de autores “apropiados”, como Aleister Crowley, Anton LaVey, Nietzsche, y en ocasiones la Biblia misma. Sin embargo, parece haber otra lectura obligatoria si uno quiere hacer black metal, ¿lo adivinas? Pues sí, Tolkien.
Habiendo sido un católico casi ejemplar, (y digo casi, porque si bien muchos miembros de la comunidad católica han elogiado su obra, otros tantos la han criticado duramente a causa de los elementos mágicos y sobrenaturales presentes en ella) es difícil imaginar la reacción que hubiese tenido el buen Tolkien al ver una horda de bandas como arriba se describen, haciendo extenso uso de nombres y hechos por él concebidos.
Recientemente liberado de la cárcel, el noruego Varg Vikernes de la banda de black metal Burzum, es también conocido como «Count Grishnak» siendo Grishnak el nombre de un general orco (raza malévola de la Tierra Media) en El Señor de los Anillos. Igualmente encarcelado en algún momento, el también noruego vocalista conocido como Gaahl (hay más de un patrón aquí) fue miembro prominente de la banda de black Gorgoroth (un devastado y estéril campo en Mordor, el imperio maligno de la Tierra Media).Y los nombres y las referencias continúan por montones:Morgoth, Minas Morgul, Sauron, Angrenost, Nazgul y Balrog, son tan sólo algunas de las bandas cuyo nombre deriva de El Señor de los Anillos, El Hobbit o El Silmarillon. Claro que dichos nombres en el caso del black metal parecen siempre provenir de las regiones más obscuras y siniestras de la Tierra Media, o en otras palabras, de la mente de Tolkien. Por supuesto, sería verdaderamente extraño encontrar una banda de black que se llame «Frodo Bolsón».
Si bien es en el power y el black donde con más frecuencia se ve la influencia que pongo de manifiesto, los otros “metales” no están exentos de la misma. Ejemplos están en la banda española de folk metal Saurom Lamderth, en los góticos eslovacos Galadriel, en los heavy metaleros épicos Cirith Ungol, en los progresivos italianos Ephel Duath, e inclusive los más prominentes representantes del death metal vikingo, los suecos Amon Amarth toman su nombre de la «mitología tolkieniana».
Y así podría seguir sin terminar jamás, ya que esta corriente parece no morir, como tampoco muere el metal, a pesar de su diezmado éxito comercial en contraste con otras décadas.
Lo haya querido o no, Tolkien ha tocado con su universo imaginario a infinidad de personas, incluyendo artistas de todas las ramas, y esta influencia ha llegado también a un género musical tan amado por unos e incomprendido por otros, como su obra misma.
Pueden conocer a Antonio en Planeta Letra en Prohibido Prohibir los días lunes y miércoles a las 10 pm por Radio Pública. Ahora los invito a un viaje musical a través de la Tierra Media.
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