Habría que aprender a morir
como estrella de rock
o como el notario Cabrera.
Habría que morir de sobredosis
—la que fuera—
de cocaína
viagra
prózac
de infarto fulminante
o como los heroinómanos:
montando al dragón.
Haría que aprender a morir
como Amy Winehouse
she died a hundred times
o como el prestamista machaleño:
con show mediático incluido,
llanto sobre el difunto
y epitafio pop
«aquí yace el pinga de oro».