Operador asterisko

*

Nos conocimos antes del diluvio
pero no pudimos alcanzar el arca.
—Camina conmigo —sugerí—
y nunca más volviste a soltarme la pata.
Hubiese sido más romántico
morir de mutuo ahogo
con las lenguas del otro atravesadas en la garganta,
que ser esa especie extinta de los relatos bíblicos
por no escuchar la alarma.

Caza de erratas 2015

Por tercer año consecutivo, y con ocasión del Día Internacional del Corrector de Textos, que se celebra el 27 de octubre, la Acorte (Asociación de Correctores de Textos del Ecuador) convoca al Concurso de Fotografía Caza de Erratas, que consiste en plasmar en una fotografía faltas ortográficas o gramaticales que aparezcan en espacios públicos de la ciudad, tales como vallas publicitarias, señalética, rótulos y publicidad en general. El concurso contará con el auspicio y colaboración de Librería Rayuela y La Barra Espaciadora.

Bases del concurso
  • Puede participar cualquier persona que resida en Ecuador, de 15  años en adelante.
  • No participarán los miembros de la Acorte ni sus familiares cercanos.
  • Cada participante enviará una sola fotografía en formato digital con las siguientes especificaciones: 300 DPI, 20X30 JPG.
  • Las fotografías serán enviadas a la dirección electrónica acorte.ec@gmail.com hasta el 15 de septiembre de 2015. No se aceptarán fotografías enviadas fuera del plazo estipulado ni por otro medio.
  • Deben enviar junto con la fotografía un documento en el que consten los siguientes datos: nombre, apellido, número de cédula, edad, correo electrónico, teléfono, ocupación. Además, deberá explicarse en un máximo de 50 palabras cuál es el error ortográfico que consta en su fotografía, la regla infringida y la dirección exacta donde fue tomada la fotografía.
  • Las fotos deben ser originales e inéditas, y no deben haber sido publicadas antes en ningún otro medio impreso o digital.
  • Las fotos no deben ser alteradas digitalmente.
  • Los finalistas ceden a la Acorte los derechos de publicación de sus fotografías.
Premios:
  • Primer premio: Una cámara digital
  • Segundo premio: Un lector de libros electrónicos
  • Tercer premio: Lote de libros

La premiación se llevará a cabo 27 de octubre de 2015, Día del Corrector de Textos. La participación en el concurso implica la aceptación de las bases.

Fotografía de Hans Behr Martínez ganadora del Primer Concurso Caza de Erratas.

Fotografía de Hans Behr Martínez ganadora del Primer Concurso Caza de Erratas.

Fotografía enviada por Andrés Landázuri.  1) Uso innecesario de comillas; 2) utilización del signo matemático 'X' en lugar de la preposición 'por'; 3) sustantivo 'favor' escrito con be larga; 4) verbo 'alegar' escrito con hache inicial. Fue tomada en la escuela de Gualaguaycu, comuna de la parroquia Tixán, cantón Alausí, Chimborazo.

Fotografía enviada por Andrés Landázuri.
1) Uso innecesario de comillas; 2) utilización del signo matemático ‘X’ en lugar de la preposición ‘por’; 3) sustantivo ‘favor’ escrito con be larga; 4) verbo ‘alegar’ escrito con hache inicial. Fue tomada en la escuela de Gualaguaycu, comuna de la parroquia Tixán, cantón Alausí, Chimborazo.

Afiche Caza de Erratas

Sobre cómo llegó la quinua desde el cielo hasta el altiplano

Más de uno se ha sentido como Mafalda frente a la sopa alguna vez en su vida. A mí me pasaba los lunes con la sopa de arroz de cebada con col. Sin embargo, nunca me pasó con la sopa de quinua con maní y carne de cerdo que hacía mi abuelita y que es hasta hoy mi plato favorito en todo el universo.

Y como nos gusta mucho que nos pidan que escribamos y que escribamos sobre cosas que nos gustan, leyendas y comida, por ejemplo, aquí una colaboración para la revista de7en7.

El artículo completo se puede encontrar también en Sobre cómo llegó la quinua desde el cielo hasta el altiplano

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El pan de cada día

He visto a gente en los locales de ‘fas fú’ comiendo sin hambre, con la cabeza gacha y los ojos perdidos. Los he visto, te lo juro, masticando como si ingerir los alimentos fuera parte de un proceso intermedio entre escoger el pan, los vegetales, pasar la tarjeta y cagar antes de volver a sus diminutas estaciones de trabajo en la oficina.
Hay quienes se sientan frente a las ventanas a ver el mundo pasar, contemplando a la gente en bicicleta con un poco de nostalgia, como diciendo «yo también estaría ahí si no hubiese olvidado ponerme el bloqueador solar…».
mujer

Ni una mujer menos / Justicia para Vanessa

Este artículo fue publicado en el N° 34 de la Revista Aportes Andinos de la UASAB

Justicia

Imagen cortesía de la plataforma Justicia para Vanessa

En 1927 apareció “Un hombre muerto a puntapiés” de Pablo Palacio; relato de ficción que transformó el panorama de la literatura ecuatoriana, quizá hasta nuestros días.

El relato narra la historia de un lector obsesionado con ahondar en la causas del asesinato a puntapiés de Octavio Ramírez de 42 años. Extranjero.

En 2013 (19 de octubre para ser precisa) un hecho similar apareció en los diarios. Se trataba del caso de Vanessa Landinez, mujer de 37 años que fue brutalmente asesinada —también a puntapiés— en un hotel de Ambato.

La suya, a diferencia de la historia que relata Palacio, no transformó la literatura ecuatoriana, pero sí unas cuantas vidas. La de su hija Raffaella principalmente.

-II-

La semana pasada en una reunión familiar y ya con varios tragos encima, el rato de los chistes alguien comentó “a ver, ¿en qué se parecen las mujeres y las leyes? …En que a las dos hay que violarlas”. Todos en la sala se rieron pero yo me molesté y salí a fumar un cigarrillo mientras pensaba “esto está mal, muy mal. Lo peor es que si la gente se ríe de eso es porque lo tiene metido en el hipocampo… —esa región de nuestro cerebro que reacciona ante algunas emociones y que está ligada directamente con el lenguaje, con la risa y con la memoria—“.

¿Qué fue lo que en lugar de confrontar a quien contó el ‘chiste’ y a la gente que rió haciéndole ver que aquella frase no había nada de gracioso, hizo que mejor saliera a fumar indignada, pero callada?

Que la violencia a todo nivel está naturalizada y que no nos damos cuenta —o no me di cuenta en ese momento— que igual de canallas somos quienes violentamos que los que vemos y no hacemos ni decimos nada.

-III-

Hace poco leía a una amiga que decía que llegó a un país creyéndose persona y se marchó sabiéndose mujer. Pensé alguna vez que habrían días en que se me olvidaría que soy mujer y que podría imaginar, digamos, que soy poeta, que soy estudiante o transeúnte, así a secas, sin marcador de género incluido. Que podría olvidar por ejemplo que en las matemáticas, a las mujeres, nos redondean hacia abajo, más aún si somos ‘distintas’, de esas que no se conforman, las que podrán tener un compañero pero no un marido, esas a las que les han ‘facilitado’ tanto la vida con los electrodomésticos que ahora son unas carishinas. A las mujeres nos redondean hacia abajo o nos siguen contando como ceros a la izquierda (menos para contar a las que se mueren, ellas sí que suman).

Soy mujer y no tiene que ver nada más con mi cuerpo, con que explore esos terrenos de la feminidad que no van de acuerdo con el rosa. Soy mujer y me merezco y me gusto y me sigo condenando a veces, muero por mi propia boca cuando digo: este es mi cuerpo, esta es mi voz, así pienso.

Construyo un mundo y derribo una muralla.

-IV-

4’127.736 Parece un número cualquiera, pero, ¿qué pasa si a cada número le ponemos un nombre? Bien podría ser Clara, Rosa, Laura, Vanessa, Andrea, Ruth, Raffaella —miles de etcéteras que incluyen tu nombre, el tu madre, el de tu hermana, el de tu hija y hasta el de tu mejor amiga—; ese el indicador (6 de cada 10) de mujeres en Ecuador que han sido víctimas de violencia. Desde aquella a la que le gritaron por la calle: “¡Estás buena, mamita, ven para comerte!”, hasta aquella que tuvo que aguantar que personal de la comisaría le dijera: “Y usted, ¿tiene trabajo?, ¿con qué va a mantener a sus hijos si le deja a su marido?”, cuando fue a denunciar los golpes de la borrachera de la noche anterior.

-V-

Siempre pensé que sobre la violencia contra la mujer había mucho que decir, pero no es cierto. Para describir el dolor, el horror y la muerte no alcanzan las palabras.

Esta nota fue publicada en la plataforma Justicia para Vanessa en agosto de 2014. En la revista Pikara pueden encontrar un artículo sobre el errado manejo mediático del caso y la tendencia a culpar a las víctimas por ser sujetos de violencia. Afortunadamente, también hay acciones que aportan a la construcción de un mundo distinto para eliminar la violencia machista.

Guaya-kill city nos va a reventar…

“La entrada es gratis, la salida vemos…” dice un tema de Charly Gracía. Así se resume lo que nos pasa con Guayaquil: llegamos, nos trata bien, nos da de comer y beber, ¡hasta bailamos!, siempre pensando que algo malo va a pasar pero nunca pasa —hasta el final—. El momento en que tenemos que irnos, nos da la patada.

El saldo que tiene Guayaquil con nosotros incluye una nariz fisurada, $ 2.500 en equipos de música perdidos por robo, dos pérdidas de vuelo en un mismo día, y claro, la joya de la última visita. No sé por qué insistimos en volver.

El viaje de vuelta a Quito desde Guayaquil empezó el domingo a las 13:30 cuando salimos del hotel camino al terminal de Transportes Ecuador.

Domingo Día de la Madre: A las 14:00 partió la unidad en medio del típico calor sofocante al que no hay neuronas que puedan sobrevivir.

Las primeras horas de viaje fueron comunes y sin mayores sobresaltos: se proyectaron las clásicas películas de violencia innecesaria que todos amamos, las señoras se quejaron porque el baño no estaba abierto y había que llamar cada vez al oficial ―un guambra medio mal genio al que parecía molestarle hacer su trabajo―; se dieron las paradas respectivas en Babahoyo, Quevedo y a las 20:00 en Santo Domingo para comer, la mayor parte del camino ya había sido recorrida.

Hora y media después, el bus se detuvo en en medio de la nada y el chofer pasó donde los pasajeros. “Señores, tengo que informarles que no podemos pasar porque ha habido un ‘derrumbo’ más adelante, por Tandapi, por el aguacero y está cerrado el paso; por Los Bancos tampoco podemos ir porque por ahí se ha ido la mesa de la carretera, vamos a tener no más que esperar aquí”, y dicho esto, el bus estalló en reclamos y en llamadas telefónicas para intentar avisar que nos habíamos quedado. No faltó quien increpara al conductor por no haber previsto el percance del que seguro debían haberle avisado temprano, hubo quien propuso que “en lugar de estar perdiendo el tiempo aquí mejor vamos por Riobamba”. Se hicieron miles de preguntas sobre las posibilidades, otras tantas quejas porque “¿cómo es posible que no haya maquinaria con estos aguaceros?” y alguien respondió: “porque resulta que hasta los maquinistas tienen mamá”. Todos opinaron y se llegó a un consenso, habría que esperar lo que autorizara la central desde Quito, si permitían el uso de una ruta alterna habría que apoyar con dinero para el diesel. Por ahí alguien gritó “bueno jefe, pero mientras, ponga una peliculita…” y el bus en pleno estalló de nuevo, pero en carcajadas.

Mientras se esperaban noticias, el chofer de otro bus de la cooperativa Macuchi haría de avanzado en una camioneta para ver si se podía pasar. Conforme pasaban los minutos la fila iba haciéndose más larga y solo se escuchaban los ecos de la radio haciendo los últimos reportes del estado de la vías y unos cuantos borborigmos. Al final, lo que se decidió fue que todos los buses debían volver al paradero en santo Domingo y esperar hasta las 6:00 a que llegue la maquinaria. Y así se hizo.

La noche pasó entre juegos de cartas y cafés. Dieron las 6:00 y todavía no había paso, para entonces la policía ya regulaba la llegada de nuevos vehículos. Cerca de las 8:00 los buses empezaron a salir para ganar puesto en la fila de salida. Cerca de las 11:00 aún no llegábamos al mismo punto donde el bus se tuvo la noche anterior cerca de Alluriquín. A las 11:40 los buses empezaron a encender motores y avanzar despacito. A las 13:43 el bus llegaba a la terminal de la Juan León Mera, cerca de 24 horas después de haber empezado el periplo.

El viaje no hubiera sido tan malo si a algunos de los que pararon a comer, la merienda no les hubiese dado —como se dice vulgarmente—­ ‘churreta voladora’. Yo incluida…

¿No me cree, pinche aquí para que vea?  Las desgracias de la gente son noticia.

La ortografía callejera

Los defensores del idioma exponen los errores frecuentes de los ecuatorianos al hablar o escribir
Nota publicada en el diario Expreso de Guayaquil, en febrero de 2013.
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A tres cuadras del Policentro funcionan cinco restaurantes donde se venden almuerzos a tres dólares. Hay sillas plásticas, parasoles y en una pizarra los dueños escriben con marcador negro el menú del día. En vísperas del Día de San Valentín, alguien puso: «Hoy yapingachos, huevo frito y arros con jugo de carne».

Cerca de ahí, un hombre de brazos cubiertos de una gruesa capa de vellos habla por teléfono. «Es que tú no vinistes. Te esperé aunque la calor estaba fuerte».

Frente al centro comercial, un estudiante universitario escribe en el Whatsapp de su Blackberry un mensaje a su amigo: «X k no vienes?»

En la urbe, la gente camina presurosa. Habla por celular. Escribe en papeles. Teclea en la computadora. En las esquinas, cerca de los semáforos, hombres y mujeres gritan los titulares de los periódicos.

Muestran las portadas con letras grandes y negras. También anuncian los títulos de los libros que hablan del amor, de cómo conseguir felicidad en la vida, de la historia erótica de una joven que se enamora de un principesco empresario. Son las novelas del momento.

En la cotidianidad de la ciudad, las palabras brotan, fluyen. A diario, millones de caracteres se escriben cada segundo. Millones de palabras se pronuncian. Todo en español, el idioma de mestizos, blancos, indios y montubios que confluyen en la metrópoli.

Pero las palabras que se imprimen en papel son leídas por agudos correctores, quienes a diario revisan los textos escritos por periodistas, escritores, poetas, académicos, abogados, estudiantes… Los correctores estudian el idioma, se apasionan por él y tachan cualquier error que pretenda atentar contra la amalgama de vocales, consonantes, signos de puntuación y significados. Hacen maestrías, participan en encuentros internacionales para hablar del idioma y escriben textos impecables.

Andrea Torres Armas, María del Pilar Cobo y Mauricio Montenegro colaboran con periódicos, revistas, entidades públicas y casas editoriales de linaje nacional e internacional que publican trabajos de las mentes brillantes. Gonzalo Gutiérrez y José Pacheco laboran en empresas periodísticas. Ellos tienen el listado de los errores que cometemos los ecuatorianos cuando hablamos y escribimos.

Los ojos de Andrea leen a diario miles de caracteres escritos por autores de todo el país. Dice que hay una total confusión del uso de las palabras: Ahí, ¡Ay! y Hay. Y explica el porqué: Ahí, es un adverbio de lugar. ¡Ay! Es una interjección y Hay viene del verbo ‘haber’.

Otro problema es el uso indiscriminado de las tildes. «Hay que enseñarle a la gente que todas las palabras se acentúan y que la tilde es el acento gráfico. No es lo mismo ‘número’ que ‘numero’ y ‘numeró’. «Los signos de puntuación no se usan. Al parecer, la mayoría no sabe que los signos marcan finales, pausas, tonos de pregunta o admiración, etcétera».

En lugares públicos, ella escucha atenta lo que la gente comenta. Tras largas horas de analizar cómo se habla en diferentes lugares del país, tiene un veredicto: en la Sierra se suele cambiar la ‘u’ por la ‘o’. En las provincias donde la temperatura sube, la gente suprime la ‘s’ al final de las palabras. Es decir, en vez de ‘los ojos’, dicen ‘lo ojo’. Tampoco pueden mencionar ‘Pepsi’ sino ‘Pecsi’. Los cuencanos separan algunas sílabas: en lugar de ‘de-sa-rro-llo’ dicen ‘des-a-rro-llo’.

Cuando revisa un texto, María del Pilar lee las páginas con detenimiento. Analiza párrafo por párrafo. Punto por punto. Coma por coma. No pasan ni cinco minutos para que empiece a precisar lo que está mal escrito. En su ranking, el primer error es colocar tildes en palabras como dio, vio, fe y ti. «Hay que tener en cuenta que son poquísimos los monosílabos que llevan tilde». El segundo -añade- es que muchos están convencidos de que cuando escriben con mayúsculas no deben poner tildes. «Existe el mito de que las mayúsculas no deben tildarse y, de hecho, hay gente que tiende a escribir todo de esa forma para evitar cumplir con las normas ortográficas. En realidad, el hecho de que las mayúsculas sean letras más grandes no quiere decir que estén exentas de cumplir las reglas de acentuación».

Mauricio revisa las publicaciones de la Fiscalía General del Estado y tiene junto a otros amigos la irreverente página web de crónicas www.milmachetes.ec Está convencido de que una de las mayores equivocaciones es confiar en el corrector del programa de computadora Microsoft Word. «La mayoría considera que el corrector de Word es más que suficiente para dejar un texto pulido. Es falso. El corrector de Word no es más que un apoyo, el deber de escribir bien es solamente nuestro».

¿Cuál es el error histórico que ha visto Mauricio en su trayectoria? El titular del reciente libro del expresidente Gustavo Noboa. La publicación se titula Porqué fui Presidente. El por qué debe ir separado.

José tiene otro ranking de equivocaciones: ‘Haya’ por ‘halla’, ‘haber por ‘a ver’ (y viceversa), ‘la carta donde dijo que’ (…), en vez de la carta en la que dijo que (…). «Hay que tomar en cuenta que la carta no es un lugar y por tanto no se debe usar el adverbio de lugar».

También se escribe: ‘ella sale ha caminar todos los días’, en vez de ‘ella sale a caminar todos los días’, ‘el guión de la película en vez del guion de la película. La palabra guion no lleva tilde, ‘las miles de personas que asistieron’ cuando lo correcto es ‘los miles de personas que asistieron’.

«En el lenguaje cotidiano, escucho que dicen ‘hubieron’ y ‘haigan’. Lo acertado es ‘hubo’ y ‘haya’. Son errores comunes».

Los correctores registran cada error en sus computadoras. La información de lo que leen y corrigen se debate en conferencias y simposios para buscar alternativas que eviten la degeneración del idioma. Gonzalo es corrector de Granasa. Opina que quizá la gente no usa las tildes ni los signos de puntuación porque no lee. «Lamentablemente no se da importancia a la lectura de libros. La mayoría revisa como máximo los titulares de los diarios».

María del Pilar comenta que la culpa está en la educación tradicional que generó que la ortografía sea vista como algo aburrido.

«Tengo la percepción de que la ortografía y la buena expresión son para los ‘cerebritos’ y que una manera de demostrar que eres chévere es rebelarte contra las reglas, pero no es así, en primer lugar, para rebelarnos tenemos que conocer y dominar las reglas. No podemos hacer una revolución si no conocemos al derecho y al revés eso contra lo que nos estamos rebelando. Yo creo que si nos esforzáramos más por conocer nuestro idioma, terminaríamos amándolo, porque nos daríamos cuenta de la lógica que guarda, de la riqueza que tiene y de lo vivo que es».

Ella creó hace poco la Asociación de Correctores del Ecuador. Tiene 17 miembros de Quito y Guayaquil. Una de sus metas es cuidar el español. No por una gramática puritana sino porque el idioma es herencia del mestizaje y a diario se comparte en los centros comerciales, en los restaurantes, en la casa, en la oficina. Porque el lenguaje somos nosotros mismos. Porque hablar mal o escribir mal es irrespetar nuestra identidad, es decir, irrespetar nuestra esencia y nuestras raíces.

Autor: Gabriela Muñoz para EXPRESO -Guayaquil

 

 

Mala Hembra

Hace mucho espero subir este microrelato. Hoy, con la maravillosa ilustración de René Martínez (R3N0) -uno de esos amigos que siempre tendrá sitio en mi casa y en mi vida-,  les presento a la Mala Hembra:

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Cuando apagaron la luz para acostarse juntos, él le susurró:

-Te amo.

Y las palabras se le clavaron en el corazón.

Él cayó dormido envuelto en una húmeda tibieza.  Al despertar la mañana siguiente, se vio envuelto en sangre y comprendió, con la sonrisa de ella, que hacer el amor es lo mismo que una operación a corazón abierto.

Andrea Torres Armas.

 

 

 

opinión política

De momento, mi declaración política se resume en lo siguiente:

Yo quería un país pero heredé una hoguera. 

Una llama ―más  bien―  muriéndose despacio

un recuerdo de domingo a media tarde

de las hojas cayéndose,

como la multitud,

allá en el parque.

Quiero sumarme también a lo que dice Joaquín: «donde haya fuego, llevaré gasolina».

Andrea Torres Armas.

 

de vuelta en casa

A tres días de llegada al maravilloso mundo real, empiezo a  procesar información que entraba y hasta ahora está teniendo válvula de escape. Fue un viaje fantástico: me dejó miles de recuerdos, buenos ratos con gente que se extraña, gente nueva que se ha de extrañar, dudas aclaradas, miedos cayéndose por los sifones o tirados a la basura junto con un vaso de ron robado de no se qué bar en algún lugar de la Mancha de cuyo nombre no quiero acordarme…

Faltó tiempo para conocer, siempre va a faltar cuando todo es nuevo; sin embargo, he de admitir que sobraron ciudades estando sola.

Es maravilloso descubrir que mucho más lejos de lo que habría imaginado, en una isla a las 10:30 de la noche, un ocaso me acercaría a casa, él tiene el brillo del sol.

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Pensamiento lateral

 

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Es justamente lo que le faltó a mi profe. Es posible que haya reprobado lógica.  

Yo supuse que una reducción al absurdo habría podido ser así de fácil…

El lugar donde se juntan los polos

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Quito, 21 de junio de 2007.

El lugar donde se juntan los polos
(comunicado público)

Escribo con asombro e ilusión, los mismos sentimientos que tuve un lunes de hace tres años cuando iniciaba mi diario de viaje, un cuaderno cualquiera titulado “Bitácora de paranoias”.  En la primera página había un reloj, media mariposa, y una inscripción latina rezando –quid rides? mutato nomine, de te fabula narratur- (y vos, ¿de qué te ríes? Si cambiaras el nombre sería tu historia).

Nada sería igual –ya lo dijo el Duende- y vaya que si yo se de eso.  Un sin número de puertas se abrieron, tuve reencuentros anhelados, cabos que se ataron y desataron para cambiarme la vida, episodios paranoides, encontrones con la realidad, magia, mucha magia y varios hallazgos inesperados que hicieron, y aún hacen, que el mundo sea diferente.

Más feliz.

Iba con la idea de dejar de fumar, de escalar montañas, de desenamorarme y acatar las reglas que me fueran entregadas; nunca consideré que me entregarían un folleto con la portada impresa y las reglas en blanco, que cuando las conocí, las rompería todas (hasta la 11, y eso que era difícil); que fumaría más, que pararía en un hospital paupérrimo una madrugada, que encontraría a la Cofradía de Baco y la Comunidad del Tornillo, que sería parte de la Comisión Internacional de estandarización y normativas del 40, que la Ruta Inka sería en realidad la Ruta de la Inkacola y el Seco de chivo; que sufriría los estragos de la oxitoxina, que le escribiría un ensayo breve a esta sustancia, y que a estas horas, aquí, estaría enamorada del mismo tipo con el rompí un pacto, que ahora sería más yo, y casi un ejemplo de píxel.

Mientras escribo esto tengo miles de destellos mentales, recuerdos de abrazos, miradas, silencios, sonrisas, lágrimas, rostros y nombres –por cautela- innombrables.  No se si sirva de algo decir que tengo nostalgia, que por varios de esos innombrables me tomaré un café y un cigarrillo frente a mi ventana.  Que he esperado mucho para dar señales de vida que quizás no importan, que tengo hoy más que nunca clara la idea de que el Ecuador, no es una línea imaginaria es el lugar donde se juntan los polos, o que es al menos, el punto de partida.

¡Salud por el solsticio de verano!

Andrea Torres Armas.

una de charly

Yo no quiero esta pena en mi corazón…

Justo hoy en la mañana escuchaba ese bit: mi corazón latiendo un poco, haciéndose más lento ahora más rápido después, marcando un ritmo casi entristecedor. Por un segundo sería una buena idea eso de las alas y dejarse llevar un poco más cerca; de verdad no quiero alas para irme lejos, cerca, muy cerca, quizás a casa, o las cartas, o las notas, o a las calles donde solíamos ir.  Quisiera hacer que el tambor este suene con un ritmo más feliz o al menos más tranquilo, si es posible hacer juntos sería fantástico.

Lemento no poder tener menos lágrimas, o problemas, o más ganas de reír en estos meses.

Ya se que no entiendes nada, es lógico, tampoco yo y no importa. «la idea es que no entiendas que tengo miedo» «se feliz ahora que se puede».  Esa es la idea.

despues de todo no es tan malo…

y bueno, en realidad, después de todo mi trabajo no es del todo malo.  Aparece de vez en cuando algún personaje que me alegra el día y deja recuerdos como este:

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