The Next Rembrandt

The next Rembrandt

Retrato del proyecto The Next Rembrandt generado por una computadora, impreso en 3D

En este enlace se puede observar el video oficial del proyecto.

La primera vez que vi uno de sus cuadros yo tenía 22 años. Había invertido todos mis ahorros en un viaje de mochilera por Europa y Alemania era mi destino principal. Janna, mi hermana ‘hamburguesa’, que había vivido en casa de mis padres durante un intercambio estudiantil, sería mi anfitriona. Ella estudiaba Arte en Kassel y ese año trabajaría como guía en la documenta 12, una de las exposiciones de arte contemporáneo más grandes del mundo. El evento, que se realiza cada cinco años, dura cien días y se toma todos los espacios de la ciudad. Una de las paradas obligatorias del recorrido es el parque Wilhelmshöhe, un complejo barroco en la cima de una colina que cuenta, entre otras maravillas, con un palacio octogonal, el monumento de Hércules, un sistema hidroneumático que transporta agua hasta la cima que luego desciende por una cascada de 350 metros de caída, y un palacio neoclásico construido a fines del siglo XVIII. Este último, el palacio Wilhelmshöhe, alberga, en la Galería de los Viejos Maestros, una de las colecciones de Rembrandt más importantes, la tercera más grande del mundo.

Este que me impresionó era un cuadro pequeñito, un autorretrato. Había, en los efectos de las luces y las sombras, algo parecido a la timidez: la cabeza y el busto aparecían bien definidos aunque el rostro no podía verse por completo, solo la mejilla y un trozo de oreja estaban claramente iluminados. La luz entraba por la izquierda e iluminaba la zona derecha de la cabeza desde el cabello al cuello, el resto estaba oscuro; los ojos se escondían en la penumbra lateral. La textura de las pinceladas podía distinguirse, como si el pintor hubiese querido que uno reparara en ellas. Algo que aprendí luego, sacando cuentas, es que en la pintura, datada hacia 1628, él tenía, igual que yo, 22 años. Supongo que esa rara belleza me impresionó —Rembrandt no era particularmente guapo y me pareció que tampoco se había esforzado mucho en parecerlo—; en ese entonces, quizá, lo vi hermoso porque mis ojos eran más honestos.

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Rembrandt van Rijn, el pintor barroco más importante de los Países Bajos, nació en 1606; perteneció a una generación posterior a Rubens y fue siete años más joven que Van Dyck y Velásquez. Dice Ernst Gombrich [1] que aunque no anotó sus observaciones, nos parece que conociéramos a este mucho más de cerca que a otros maestros porque dejó un asombroso registro de su vida, desde que se mudó a Ámsterdam a probar la fama, hasta que murió arruinado.

Cultivó tanto el autorretrato como el retrato colectivo, el paisajismo y las escenas bíblicas. Experimentó con el claroscuro y utilizó técnicas como el óleo, el dibujo y el grabado en aguafuerte.

En 2004, tras analizar decenas de obras, la doctora Margaret Livingstone [2] y su equipo concluyeron que la mayoría de autorretratos, pintados durante cuarenta años, muestran un ojo mirando directamente al observador y otro desviándose hacia un lado. En los retratos de otras personas Rembrandt pintó ambos ojos bien alineados. La conclusión: Rembrandt sufría estrabismo divergente en el ojo izquierdo, lo que le permitía percibir la realidad como una imagen plana y le facilitaba la tarea al trasladarla al cuadro. En esta condición, uno de los ojos hace foco en su entorno, mientras que el otro se desvía hacia uno de los lados; para evitar la doble visión, los niños aprenden a suprimir las imágenes del ojo estrábico. El efecto es similar al que produce cerrar un ojo.

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Rembrandt murió hace ya casi 350 años, y, digamos, una nueva obra ‘suya’ nos sorprendió hace poco. ING, Microsoft, la Universidad Tecnológica de Delft y los museos Mauritshuis (La Haya) y Museo Casa de Rembrandt (Ámsterdam) desarrollaron un proyecto por el cual un software de aprendizaje y una impresora 3D ‘pintaron’ un Rembrandt. El estudio tomó dieciocho meses y se basó en 168.263 fragmentos de 346 pinturas del autor de ‘El cegamiento de Sansón’ y ‘La ronda de noche’.

«Usamos muchos datos para mejorar los negocios, pero no hemos podido usar los datos de manera que toquen el alma humana», asegura Ron Augustus, ejecutivo de Microsoft. «Usamos la tecnología y los datos de la misma manera que Rembrandt usó sus pinturas y pinceles para crear algo nuevo».

Dado que un gran porcentaje de sus cuadros fueron retratos, la estadística determinó que la obra debía ser la efigie de un hombre blanco entre treinta y cuarenta años, con barba, con ropa oscura, de camisa blanca con cuello escarolado, sombrero y con el rostro mirando hacia la derecha. La verosimilitud se logró con una impresión de 149 millones de píxeles. Los investigadores tuvieron que hacer un estudio tridimensional con el que estimaron la altura —en milímetros— de los brochazos, algo así como una topografía del lienzo; el software analizó las características específicas de cerca de sesenta puntos en cada pintura y las proporciones faciales. Una tinta especial para impresión 3D, aplicada en varias capas para crear la textura, hizo el resto.

Pero ¿qué opinan los expertos de que la Inteligencia Artificial se aproxime, a base de algoritmos, a la genialidad humana, al más puro estilo de Ex Machina? Peter Schjeldahl, crítico de The New Yorker, ha llegado a decir que «el ‘nuevo Rembrandt’ falla tras una segunda mirada y choca tras una tercera». Según él, el personaje «carece completamente de la personalidad que nunca eludió Rembrandt».

«¿Qué será lo siguiente?», se pregunta la voz en off del vídeo que presenta la obra. Y aquí nos preguntamos lo mismo.

Este texto fue originalmente publicado en el N° 246 del suplemento cultural CartóNPiedra.

Notas

1. Gombrich, E. H. (2007). La Historia del Arte (16° ed.). Nueva York: Phaidon.

2. Profesora de Neurobiología en Harvard, especialista en problemas de visión. New England Journal of Medicine (septiembre de 2004).

«Aquel día» llegó esta noche

Hay momentos en los que necesitas que llegue algo a tu vida, hay cosas que llegan a tu vida y no solo te alegran el día si no que te devuelven la fe.

Esta noche llegó Aquel Día, un proyecto de esos que rompe todo, que viene firmado con los mejores nombres, que saca una sonrisa y devuelve la fe. (En mi caso, la fe se vuelve ansia, necesidad de que Aquel Día llegue pronto a Quito).

Para quienes están en la hermosa Cuenca, o para aquellos que se sientan aventureros y con ganas armar viaje, el Proyecto Escena presenta Aquel Día:

Esta es una obra que mezcla la danza, el teatro gestual y multimedia. Cuenta la historia de dos mujeres en búsqueda de un encuentro especial, arruinado por las circunstancias que las rodean. Un recorrido lúdico y divertido por la ciudad, vista desde los ojos de Tefa y Laura, personajes que se cruzan con situaciones incomodas, lugares extraños, cambios de clima, y trágicos encuentros románticos…

Dejo también una nota aparecida hoy en el Diario El Tiempo de la ciudad de CuencaAquel día, una obra que muestra dos miradas

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Foto: Cortesía de Rita Rodríguez

FUNCIONES:

31 de julio función gratuita

1 y 2 DE AGOSTO: Preventa 3 dólares y día de la función 4 dólares (estudiantes y tercera edad 3 dólares)

DIRECCIÓN: Daniel Zalamea.

INTERPRETES Y COREOGRAFÍA: Ximena Parra, Rita Rodríguez.

DIRECCIÓN DE ARTE: René Martínez

VIDEO: Joaquín Martínez

DRAMATURGIA: Desarrollo Colectivo.

PRODUCCIÓN: Ismael Tacuri.

DURACIÓN: 40 minutos

CLASIFICACIÓN: Apta para todo público

 

Para adquirir la preventa llamar a:

094115895 / 087325722

 

 

 

Mitocrónicas

Mitocrónicas

En realidad creo que hay muy pocas cosas que igualan lo maravilloso de la palabra.  Cuando era niña, mi abuelita Quica -con su carita de sauce-  me contaba miles de historias de duendes y aparecidos, de niñas ojonas y cadenas, fantasías en los bosques.  Mi papá me recitaba poemas sobre noches de lluvia camino a la escuela y, Él y yo nos enamoramos por culpa de un cuento.

Escuchar una narración de una voz que llega al alma y te lleva a otros lugares en medio del pensamiento mágico mítico, creo yo, tiene pocos placeres comparables.

Les presento Mitocrónicas: una propuesta de Narración Oral Escénica musicalizada en vivo. Están Javier Cevallos, Valentina Lovato, Leo Santillán y Franklin Martínez. Se presenta el 15 de junio la última función a las 20:30 en el Patio de Comedias acá en Quitof…

Eisoptrofobia

[…] vi interminables ojos inmediatos escrutándose en mí como en un espejo, vi todos los espejos del planeta y ninguno me reflejó […] vi la circulación de mi propia sangre, vi el engranaje del amor y la modificación de la muerte, vi el Aleph, desde todos los puntos, vi en el Aleph la tierra, vi mi cara y mis vísceras, vi tu cara, y sentí vértigo y lloré, porque mis ojos habían visto ese objeto secreto y conjetural, cuyo nombre usurpan los hombres, pero que ningún hombre ha mirado: el inconcebible universo.  (Jorge Luis Borges, 1949)

Eisoptrofobia o Catoptrofobia: Se define como un anormal e injustificado miedo a los espejos, o a verse reflejado en uno de ellos. Este irracional miedo puede estar relacionados con supersticiones: romper un espejo traerá mala suerte o mirarse en uno podría ponerte en contacto con un mundo sobrenatural dentro del espejo.
Los espejos y otras superficies reflectantes hace tiempo están asociados con lo extraño o lo bizarro. Las personas que sufren de catoptrofobia, por ejemplo,  evitan pasar por delante de los espejos o mirarse a sí mismos en ellos, temen mirar a los ojos en los espejos grandes, especialmente los de cuerpo entero o espejos mayores. Aún se está investigando si el miedo es a los espejos en sí o bien a la imagen de la persona fóbica al reflejarse en ellos.

 

Escher