Efraín Jara Idrovo: de la partitura al sollozo

Duelos aparte, 2021 fue un año intenso y emocionante en muchos sentidos; el 2022 aún más. Tras una investigación a la que dediqué mucho trabajo y cariño, presenté mi tesis sobre la obra de Efraín Jara Idrovo y su relación con la literatura potencial. En el n.º de la Revista Pie de Página de la Universidad de las Artes se publicó un ensayo derivado de mi tesis sobre el poema sollozo por pedro jara (estructuras para una elegía)*: «Efraín Jara Idrovo: de la partitura al sollozo».

[Haciendo clic en el enlace pueden acceder a la versión digial del artículo. Dejo por aquí el resumen, por si tienen ganas de leer sobre poesía, música serial y cómo transformar el duelo en una obra abierta].

Resumen
El presente ensayo, derivado de un trabajo mayor que se propuso una aproximación al poema sollozo por pedro jara (estructuras para una elegía) desde una perspectiva oulipiana, busca explicar cómo opera la influencia de la música serial en la composición del poema y, a la vez, plantear, a partir de la idea de movilidad controlada propuesta por el autor para la combinación de «segmentos versales» o series en que se puede configurar el poema, que las instrucciones provistas en «Propósitos e instrucciones para la lectura» son esencialmente constricciones o contraintes; es decir, restricciones o reglas que se imponen en la construcción de una estructura literaria.

Palabras clave: sollozo por pedro jara, restricciones-constricciones, música serial, serialismo, literatura potencial.

Abstract
This essay, derived from a larger work that proposed an approach to the poem sobbing for pedro jara (structures for an elegy) from an oulipian perspective, aims to explain how the influence of serial music operates in the composition of the poem and, at the same time, to suggest, based on the idea of controlled mobility proposed by the author for the combination of «versal segments» or series in which the poem can be configured, that the instructions provided in «Purposes and instructions for reading» are essentially constrictions or contraintes; that is, restrictions or rules that are imposed in the construction of a literary structure.

Keywords: sobbing for pedro jara, restrictions-constrictions, serial music, serialism,potential literature.

* Nota sobre la escritura del nombre de poema: aunque la grafía varía entre ediciones alternando el uso entre mayúsculas y minúsculas, la escritura original del título (publicado en 1978 por la Casa de la Cultura Ecuatoriana Núcleo del Azuay) se hizo íntegramente en minúsculas; apareció de la misma manera en la reedición publicada por el cuadragésimo aniversario, en 2018. Por este motivo, he optado por mantener la grafía original: sollozo por pedro jara (estructuras para una elegía), salvo cuando aparezca consignado de otra forma en una cita textual.

Manuscrito original del poema conservado en el archivo personal de Johnny Jara Jarmillo.

Habilidad con los caballos, de Roy Sigüenza | La palabra de los otros II

«abrazo tu cuerpo cerrado como un féretro, más duro que este cielo de óxido donde he perdido mis ojos».

Roy Sigüenza, Habilidad con los caballos (Quito: 2020, p. 144)

En esta edición de La palabra de los otros, presentamos una conversación con Roy Sigüenza, escritor portovelense, y con Fausto Rivera Yánez, editor de Severo editorial, apropósito del volumen que compila treinta años de la obra poética de Roy, Habilidad con los caballos, publicado en coedición entre Severo editorial y USFQ Press.

Para este capítulos nos planteamos algunas preguntas:

  • ¿Cómo se hace un libro?
  • ¿Quiénes intervienen?
  • ¿Qué políticas editoriales se ponen en consideración para presentar un título?

¿Quiénes son nuestros invitados?

Roy Sigüenza nació el 23 de mayo de 1958, en Portovelo, provincia del Oro.  Poeta y periodista. Estudió artes en Guayaquil y literatura en la Universidad Católica de Quito. Habilidad con los caballos. Poesía reunida 1990-2020 recoge treinta años de producción literaria. «Cabeza quemada», «Tabla de mareas», «Ocúpate de la noche», «La hierba del cielo», «Cuerpo ciego» y «Cuatrocientos cuerpos» son algunos de sus libros.

Fausto Rivera Yánez (Latacunga, 1989). Periodista, editor, crítico cultural y economista. Ha sido editor de la revista de economía másQmenos y de la revista de cultura cartóNPiedra, ambas del diario El Telégrafo, donde también fue editor de la sección cultural. Colabora con diferentes medios de comunicación y revistas académicas, locales y extranjeras. Actualmente es editor del sello independiente Severo, especializado en literatura y arte.

Te invitamos a ver esta conversación:

La palabra de los otros | 1

Estoy muy muy feliz de anunciar que, desde este este viernes, 6 de noviembre de 2020, me he sumado al equipo de Cuerdafloja, revolviéndo sonoridades, programa dirigido por la increíble Tatiana Carrillo.

En adelante, los viernes, cada quince días, tendremos un encuentro para hablar sobre literatura (literatura ecuatoriana, especialmente), compartir lecturas, plantearnos preguntas y descubrir juntas

Este primer programa está dedicado a la poeta guayaquileña Ileana Espinel Cedeño (31 de octubre de 1933-21 de febrero de 2001). El eje que he escogido es la relación entre el cuerpo, la enfermedad y los fármacos en la obra poética de la autora.

La tranmisión está disponible en Facebook live y YouTube.

Estos son algunos de los textos que sirvieron como referencia para este programa:

Pueden encontrar Con una Valium 10 haciendo clic en este enlace del Centro de publicaciones de la PUCE, tiene un prólogo increíble de María Auxiliadora Balladares.

Los 7 que fueron cinco, y viceversa está disponible en ISSUU. Tiene, asimismo, un gran texto introductorio de Freddy Ayala Plazarte.

También hay un texto mío: Los fármacos, la enfermedad y el cuerpo en Ileana Espinel Cedeño, publicado en el n. 13 de la revista Lexikalia.

Finalmente, les recomiendo escuchar Mar demente, musicalizado por Sr. Maniquí

La posibilidad de una isla

Escribir sobre nosotras mismas, sobre nuestra escritura, a veces nos hace recordar que «ninguna mujer es una isla», parafraseando a John Donne.

Ilustración Dusteam para Revista Tangente Gecko UArtes
Ilustración de Dusteam para Tangente n.º 6

Una deconstrucción siempre tiene como objetivo revelar la existencia de articulaciones y fragmentaciones ocultas dentro de totalidades aceptadamente monádicas.
Paul de Man

*

Llevo meses con la hoja en blanco y haciendo las lecturas mínimas. Leer es un ejercicio de confrontación. Leer algo ‘inadecuado’ en un estado de vulnerabilidad puede ser iluminador o una forma más de descender. He pensado mucho en el viaje, en la exploración, en la literatura, en esa catábasis y anábasis que se suceden; en que leer y escribir pueden presentar esa misma dualidad del pharmakon y la naturaleza vectorial del viaje hacia las costas o al interior de una misma. 

Repasando mis bitácoras he visto que, sobre el papel, una no puede volver sobre las experiencias, pero sí seguir las huellas, remontarse al rastro: ¿autohistoria o ficcionalización de la vida? Ahora mismo, esta escritura es ese proceso de ida y vuelta, arqueología de mí misma. Yo, mujer-andina-escribiéndome-en-el «hervidero del hampa huancavilca» —como dice el Tush—, me asimilo como si fuera una isla: voy a buscarme caminando el río. ¿Qué ha pasado desde el descenso desde los 3078 m s. n. m., en que estaba mi casa, hasta venir a esta «tierra del prado hermoso asentada en la región del Quilca?».

**

Cuando me mudé a Guayaquil empecé una bitácora al estilo de las crónicas de Indias y los diarios de viaje de las expediciones científicas. «T. Señora de las altas tierras», se titula. La primera entrada decía:

Me gustan los números. Yo misma me considero un punto cero de referencia. En los 11 810 días que han trascurrido desde el día en que nací hasta que se inicia este documento, cientos de cifras me han acompañado: conjuntos, fechas, distancias, coordenadas, magnitudes… El más reciente número significativo: 3078 —añádase a la cifra la sigla de metros sobre el nivel del mar—. Mis dominios allende los Andes se extendían sobre esa altura.

Han pasado 3528 horas (y contando) desde que Tobi, el ‘adelantado’, partió de Quito para establecer nuestra base en Santiago de Guayaquil. 2° 8’ 12,1’’ Sur; 79° 53’ 29,5’’ Oeste son las coordenadas que mi explorador escogió para establecer la embajada de Tobisburgo y Nueva Teledonia. La locación se ubica a 1,4 km hacia el oeste del río Daule. El sector en que nos ubicamos es conocido como Sauces 7, este será el punto de partida y de retorno para nuestras expediciones durante los próximos cuatro años. Vine a estudiar Literatura. Me gustan los números, sí, pero la palabra me atraviesa.

Nada queda ya de esa voz impostada. Las entradas de la bitácora han ido menguando con el paso del tiempo. Soy, en notas adicionales, una pésima escritora de viajes, más si la intensidad de la vida me abruma tanto que ni siquiera puedo sentarme a escribir al término de los días o los lugares. Hay días en que me debato entre vivir y escribir, como si de alguna manera no fueran para mí la misma cosa. Guayaquil, quizá con la expansión de mi caja torácica en la que ahora cabe más oxígeno, me ha regalado nuevos matices en la voz y el sonido del flujo del agua.

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Soy, a veces voz,
a veces cuerpo
a veces nada.

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Ahora mismo entiendo las identidades como tránsito. Me reconozco como un sujeto sonoro en movimiento, aunque mi musicalidad actual sea una mera contingencia (¡maldigo al zapatero que hizo que el cierre de mis botas favoritas parezca un cascabel!). Pienso en ese verso de Drexler: «No estar en, sino ser el movimiento», que quizá para Deleuze sería: «No definirse, sino haceos rizomas».

Si pienso en esta idea del movimiento, me encuentro con que no solo mi idea de identidad es la que veo como un tránsito, sino que, en efecto, he sido este tránsito identitario y vivencial: cambiando de opinión, posturas críticas, domicilios… Pienso en mi subjetividad, en mi contexto, en mi propio cuerpo como materialización de la transformación del sujeto político. Soy todo el bagaje social, familiar, cultural, mis propias expectativas, aciertos, casos fallidos. Proceso. Esa distancia entre lo que soy y lo que quisiera ser.

La Agrado, de Almodóvar, decía que una es más auténtica cuanto más se parece a lo que ha soñada de sí misma. Eso: lo que soy, cómo escribo, es un perpetuum mobile que oscila entre lo que empecé siendo en la llakta y el infinito.

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Si ahora mismo escribo sobre mí no es por onanismo. Vine a Guayaquil a estudiar Literatura. Alguna vez estudié Sociología y no se me permitía escribir sino en tercera persona para denotar ‘imparcialidad’ (una mentira que durante muchos años se han creído los cientistas sociales y los periodistas). En los últimos diez años, además, he trabajado como correctora de textos: mi función se centra en que se entienda —sin lugar a dudas— lo que los otros quieren decir. He postergado mi voz. Ahora, me estoy escuchando.

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«No saber de uno mismo; eso es vivir. Saber mal de uno mismo, eso es pensar».
Pessoa, Libro del desasosiego.

Este texto apareció originalmente en la revista Tangente, n.º 6, Gecko (Guayaquil, UArtes: diciembre de 2019).

Davilara, el bombero que le ganó al diablo | Reseña de A ritmo endiablado de bomba

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Serigrafía de A ritmo endiablado de bomba, cortesía de Alice Bossut

Robert LeRoy Johnson nació en 1911 en Hazlehurst, al sur del estado de Mississippi. Fue un cantante, compositor y guitarrista estadounidense de blues conocido como el ‘rey del blues del Delta’.

La leyenda dice que aunque tocaba varios instrumentos era más bien mediocre, hasta que, de la noche a la mañana, empezó a tocar la guitarra con un estilo tan particular que su ejecución fue envidiada por muchos, quienes consideraron que tocar así, de repente, no puede ser otra cosa que fruto de un pacto con el diablo.

El autor de ‘Crossroads’ habría vendido su alma al demonio justamente en el cruce de caminos de la actual autopista 61 con la 49 en Clarksdale (Mississippi-EE.UU.), a cambio de tocar blues mejor que nadie. Esperó en el cruce hasta la medianoche, le entregó su guitarra al diablo y este se la devolvió lista, las manos de Robert solo tenían que deslizarse por el mástil para interpretar el mejor blues de la historia. Poco después, a los 27 años, murió en circunstancias misteriosas (fue uno de los primeros músicos miembros del club). No hubo autopsia.

En Ecuador, en cambio, tuvimos a un músico que tocaba mejor Satanás, era tan bueno que no tuvo que empeñar el alma. Se trata de José David Lara Borja, Davilara, el ‘rey de la bomba’, quien nació en Tumbatú, valle del Chota, a inicios del siglo XX y murió alrededor de 1995.

La historia cuenta que Davilara era todo un personaje, un mito vivo: caminaba descalzo, «pata llucha», y eran tan ásperas las plantas de sus pies que incluso se podía prender fósforos raspándolos contra ellas. Su forma tan particular de interpretar la bomba (instrumento de percusión utilizado típicamente en las bandas mochas y para tocar el ritmo que lleva su mismo nombre) inspiró a varias generaciones de músicos y bailarines afrochoteños. Según cuentan los mayores, «cuesta arriba […] hacia donde ni los animales se aventuran», Davilara venció en un duelo musical de tres días con sus noches al mismísimo Diablo, quien, tras la fiesta de un compadre del músico, fue a buscarlo para saber si eran ciertos los rumores de que era tan buen ejecutante.

Esta historia sobre Davilara proviene de la tradición oral de los negros del Chota (sí, «son negros, no negritos, ni morenos, ni afros; negros, con mucho cariño y mucho respeto, así les gusta que les digan, porque les preguntamos», dice Marco Chamorro, ilustrador) y se recoge en una edición de lujo de la editorial Comoyoko.

Este libro, A ritmo endiablado de bomba, —con un tiraje de cuatrocientos ejemplares numerados— es un objeto precioso. Es un trabajo artesanal de alta calidad que cuida de los mínimos detalles: de encuadernación japonesa, cosido a mano simulando los hilvanes que se pueden ver en la bomba, impreso en serigrafía a dos colores «para representar el cielo y el suelo, los dos lados macho y hembra que debe tener el istrumento» sobre papel Favini Crush Citrus y Enviroment FSC (y no, no es un dato nimio, el papel fue escogido porque es del color del instrumento alrededor del cual gira la historia), forma parte de la colección Cajaronca y fue correalizado por los ilustradores Alice Bossut (Francia) y Marco Chamorro (Ecuador).

La propuesta de Comoyoko nació de la idea de hacer libros ilustrados en los que dialogue el texto con la imagen; de juntar a escritores, poetas, artistas plásticos; de hacer libros «artesanales entre comillas», dice Marco, en serigrafía, cuyo formato no tradicional siempre va a variar de acuerdo con la historia, orientados a generar un lector activo.

La investigación para realizar el libro tomó desde octubre a diciembre del año pasado y tuvo, antes que un referente teórico, un acercamiento «más bien intuitivo» hacia la comunidad. Cuenta Alice: «Llegamos un día a La Caldera, sin intención de hacer un libro, íbamos a bañarnos en el río, unos tres días, llegamos para una fiesta del día de la madre, nos encantó, pasamos muy bien y ahí dijimos “hagamos el segundo libro aquí” —el primero se llama Mama Cotacachi & Taita Imbabura y se basa en la historia del gigante de la laguna, de la tradición imbabureña—». Alice y Marco presentaron su proyecto al Ministerio de Cultura aún sin saber qué historia iban a contar, lo que sí sabían es que querían contar una leyenda del valle del Chota y que buscando la iban a encontrar.

Marco es oriundo de El Ángel, provincia del Carchi, y había escuchado de niño, mientras pasaba las vacaciones entre el río y las cosechas de fréjol, varias leyendas. «Juan Olmedo Rojas, un amigo, nos contaba historias, como en todo pueblo». Dar con la historia que iban a contar no les tomó mucho. Julis Arce, un profesor que da clases en San Rafael, les recomendó hablar con Iván Pavón, una persona que conoce mucho sobre su cultura, sobre la historia del pueblo afro, «él da clases en Mascarilla y nos dijo: “hace dos días estuvo un señor, Teodoro Méndez, que contó una historia bien bonita sobre un músico”; nos dio el teléfono de Teodoro y así fuimos a parar a Tumbatú», cuenta Marco. «Volvimos una y otra vez —interviene Alice— y Teodoro, muy generoso, nos contaba anécdotas, con mucha sal, nos reíamos mucho, pero no daban para hacer un libro, hasta que contó esta y ahí supimos que esa era. Luego una amiga nos dio el contacto de Marcelo Acosta, en La Concepción, lo fuimos a ver, y nos dice: “Claro, yo lo conocí cuando era niño y él mismo me contó que se había enfrentado con el diablo”; pero Teodoro también lo había escuchado de la boca de Davilara, porque, claro, son gente de más de sesenta años que lo escucharon del mismo personaje». Las anécdotas que contó Teodoro y casi un mes de convivencia con la gente de la comunidad nutrieron el libro. Algunos amigos incluso se configuraron como personajes. Esta convivencia también permitió que aunque la de los artistas fuera una mirada externa, esta esté despojada de folclorismos y sesgos. Poco después hallaron una investigación del musicólogo Juan Mullo y descubrieron, con las fotos, que la forma en que ellos lo habían ilustrado «era tal cual».

Esta manía de contar, esta urgencia de visibilizar las historias es ahora, «porque si no cuentas, te olvidas», dice Alice. Si no escribimos hoy nuestras leyendas, ¿cómo sabremos que «En la oscuridad el Diablo, más emperrado que nunca, no ve cómo Davilara hace para tocar tan bonito y con tanta fuerza»? ¿Cómo sabremos que «Enrabiado, el Diablo lanza su bomba al suelo y desaparece entre relámpagos»?

Bomba

David Lara cantando. Audio grabado por Juan Mullo Sandoval en 1987

Este texto fue originalmente publicado en No 242 de la Revista Cultural CartóNPiedra

Epitafio pop

street art animated graffiti

Habría que aprender a morir
como estrella de rock
o como el notario Cabrera.
Habría que morir de sobredosis

la que fuera—

de cocaína
                   viagra
                               prózac
de infarto fulminante

o como los heroinómanos:
                                                montando al dragón.

Haría que aprender a morir
como Amy Winehouse
                                          she died a hundred times

o como el prestamista machaleño:
con show mediático incluido,
llanto sobre el difunto
y epitafio pop

«aquí yace el pinga de oro».

 

Weltschmerz, el espejismo de la literatura infantil ecuatoriana

Este artículo fue originalmente publicado en el N° 188 de la revista CartóNPiedra

Por Andrea Torres Armas, correctora de textos y poeta.

Jimmy Liao (2008). 'Esconderse en un lugar del mundo'.

Jimmy Liao (2008). ‘Esconderse en un lugar del mundo’.

Supongamos que hay un espacio en blanco, un cuarto vacío, entra en él un ser X con unos requerimientos determinados que se hacen visibles según su antojadiza voluntad. Aparecen entonces una mesa con un tablero inclinado, una lámpara, reglas, escuadras, lápices, quizá una computadora, no, mejor, una supercomputadora y una silla muy cómoda. X quisiera algo de decoración en las paredes, pero se decanta por el blanco —¿vacío?—, eso le da la posibilidad de poner lo que él/ella/eso quiera donde se le antoje, después.

¿Se imaginó usted en algún momento que la mesa podía ocupar un lugar en una de las paredes laterales de manera que quede en posición perpendicular, o que la lámpara sirve para volver oscuro el entorno, no iluminarlo? ¿Qué pasaría si en la habitación no existe un piso, o donde se supone que debe estar el cielorraso hay una bóveda, si las escuadras, esas herramientas de usos limitados, sirvieran con propósitos distintos a los que usted conoce?

Ahora imagine que entra en una casa llena de cuartos, todos idénticos, vacíos y listos para adecuarse a los requerimientos de quien los ocupa. Suponga también que lo que sucede en uno de estos no pasa en el otro; agreguemos otra variable: X es arquitecto, un dios, por decir algo; lo que sea que X quiera se hace, según sus normas y antojos.

Hagamos otro ejercicio: regrese en el tiempo y piense en el primer libro que leyó en su infancia, mejor aún, piense en el último libro que leyó que lo haya hecho sentir como si fuera una niño, ese que le dio la posibilidad de pensar que las vacas eran verdes sin que importe la negación impetuosa de cualquier profesora que dice que no, que las vacas son blancas, y el colorido, un disparate; piense en lo fácil que se le hizo pensar en un universo donde todo era posible, uno en el que los esquemas de lo que pasa “porque así es el mundo”, se trastocan.

X, para los fines que nos atañen, es un escritor. Y usted, lector, un demiurgo, un cómplice.

La música, el Nautilus y los Multiversos

It begins, as most things begin, with a song.

In the beginning, after all, were the words, and they came with a tune. That was how the world was made, how the void was divided, how the land and the stars and the dreams and the little gods and the animals, how all of them came into the word.

They were sung(1).

 (Gaiman, 2005, p. 1-2)

En este principio no fue el verbo el nudo primigenio, sino el sonido lo que permitió la creación y la existencia. “Hacíamos música antes de conocer el fuego”, dice una canción, pero en este particular universo que nos propone Neil Gaiman fuimos hechos de la música, por la música. Esta novela será la primera puerta que escojamos de los cuartos de la casa vacía. En este cuarto, en el que música y creación son lo mismo, se aplican unas leyes de existencia distintas: una sola persona puede ser dos simultáneamente, caminan ente nosotros dioses americanos anteriores al canto; y la muerte, esa es también simultánea (aquí, en la paradoja de Schrödinger, el gato está vivo y muerto).

Igual que la idea de cuarto/habitación está contenida en la idea casa, así mismo los mundos literarios están inmersos en el concepto de universo literario, que no es otra cosa que un sistema de ideas, conceptos y representaciones sobre la materia circundante, abarca el conjunto de todas las concepciones sobre la realidad en torno a concepciones filosóficas, políticas, sociales, éticas, estéticas, y las leyes naturales que la rigen(2). Ahora, piense que así como tenemos una casa llena de cuartos, que es nuestro universo, existe una casa adosada (idéntica a la primera) de la que muchas veces no tenemos noción. A esta teoría, según la que existen varios universos simultáneos, los científicos la han denominado de los Multiversos. Según esta, cada uno de los mundos constituye un sistema de realidad diferente. La literatura fantástica, la ciencia ficción, el cómic y la literatura infantil son, probablemente, los géneros literarios que más han explorado esta teoría; de igual manera, son también quizá los que se han constituido así mismos como multiversos.

Cuando era niña estaba convencida de que necesitaba tener la biblioteca del capitán Nemo, y que el Nautilus entero podía caber en mi habitación, que eso sucediera en la vida real no me parecía improbable —aunque claro, ni la palabra ni la noción ‘improbale’ existían—. Si el submarino, para cuando Verne lo describió no se había inventado —según me dijo entonces mi papá—, la dilatación del espacio físico para que el gigantesco Nautilus cupiera en mi cuartito estaba también por inventarse. Un libro me había enseñado que la realidad estaba por suceder (ser en acto y ser en potencia, para ponernos tomistas o aristotélicos).

Para un asiduo lector de literatura infantil, literatura fantástica y de ciencia ficción, los libros para niños suelen ser una gran posibilidad de acceso a mundos diversos, pero, sobre todo, la plataforma para ser X, el creador, y por supuesto, su propia versión de Shiva, el dios destructor de lo creado —eso incluye los propios esquemas mentales—.

Salvo las recientes publicaciones de Ciudad diamantina: El tatuador de Andrés Paredes (ganador del Premio Darío Guevara Mayorga 2014) y Para guardarlo en secreto, de Carlos Arcos Cabrera —ambos dirigidos más hacia un público juvenil que infantil— es posible que la literatura ecuatoriana de los últimos años no haya apoyado a los niños en ser creadores y espectadores de universos probables.

Es cierto que actualmente la literatura infantil ecuatoriana atraviesa un gran momento, un denominado boom, y que hay iniciativas que promueven la lectura desde temprana edad. Ciertamente, mientras antes adquiera una persona el hábito lector, mayores probabilidades hay de que esta se convierta en un adulto lector. De igual manera, es acertado decir que mientras más variadas sean las lecturas y mayor cantidad de temas abarquen, más amplios se vuelven los criterios con los que ese lector se desenvuelve y mayores serán los parámetros de comparación que tenga para escoger nuevas lecturas.

Continuamente se ha caído en el error de pensar que presentar temas a un público infantil de manera fácil y comprensible es volver simplón a un tema, se usa para ello un lenguaje edulcorado, que lejos de ser una oportunidad se constituye como una zona de confort que es difícil abandonar.

Si bien hay autores ecuatorianos ya consagrados cuya calidad creadora es indiscutible, también vemos que hay un continuo aparecimiento de literatura infantil que hace que nos cuestionemos si su éxito de ventas se debe a su gran contenido o a un muy buen marketing.

¿Cuál es el papel de la literatura dirigida al público infantil? ¿Cómo un libro que subestima a sus lectores puede ayudar a facilitar los procesos cognitivos? ¿Qué función social cumple la literatura infantil, cuando no aporta y solo ‘entretiene’?

Weltschmerz, la magia y la creación

Giorgio Agamben, en Profanaciones(3), nos recuerda que Walter Benjamin dijo una vez que la primera experiencia que el niño tiene del mundo no es que “los adultos son más fuertes, sino su incapacidad de hacer magia” (Agamben, 2005: p. 21).

¿Ha sentido alguna vez cierta desazón porque las expectativas que tiene sobre el mundo son distintas a la realidad? Recuerde que quizá, en su infancia, tuvo ganas de volar como alguno de sus superhéroes favoritos y no logró pasar del tercer escalón sin que la implacable gravedad lo sorprendiera, o que ha querido siempre entender lo que las aves dicen, como si le hablaran, cuando solo escucha trinos.

Es probable, dice Agamben, que “la invencible tristeza en la cual se sumergen cada tanto los niños provenga precisamente de esa conciencia de no ser capaces de hacer magia” (2005, p. 21). Digamos, entonces, que por fines prácticos llamaremos a esta tristeza, weltschmerz —que sería la desilusión que experimentan los niños cuando encuentran que el mundo que quisieran, el universo que construyen, no se adapta a la realidad en la que viven—. Pero ¿qué pasa cuando parte de lo que podría ayudar a los niños a crear los universos que desean —lo que leen, en este caso— les presenta algo que es incluso menor que sus propias expectativas, cuando lo que leen no crea ni universos ni sentidos ni posibilidades, sino que los adapta, adoctrina, limita? O peor aún, ¿qué pasa si lo que los libros ofrecen son pastiches de todo lo fantástico-mágico-colorido-surreal-disparatado-tierno porque eso es para niños?

Sin buena literatura, ha muerto la magia.

Matty Rodgers (2009). 'Kidzilla'.

Matty Rodgers (2009). ‘Kidzilla’.

Notas:

1.- Gaiman, Neil (2005). Anansy Boys. Nueva York: Harper Collins.

“Comienza, como comienzan la mayoría de las cosas: con una canción./ En el principio, después de todo, fueron las palabras, y vinieron con una melodía. Así fue como se hizo el mundo, cómo se dividió el vacío, cómo la tierra y las estrellas y los sueños y los pequeños dioses y los animales, cómo todos ellos vinieron al mundo./ Fueron cantados. Traducción propia.

2.- Rosental, M. y Iudin, P. (1965). Diccionario soviético de filosofía, en Rodríguez, Nelson. Universo literario: mundos y aldeas literarias, retos y desafíos en el siglo XXI.

3.- Agamben, Giorgio (2005). Profanaciones. Buenos Aires: Adriana Hidalgo.

4.- ‘Weltschmerz’ es, precisamente, un término acuñado por el autor alemán Jean Paul (Johann Paul Friedrich Richter, 1763-1825) para expresar la sensación que una persona experimenta al entender que el mundo físico real nunca podrá equipararse al mundo deseado como uno lo imagina.

Los Amantes

Hace unos minutos recibí en mi escritorio un sobre, cuando lo abrí, la cara se me iluminó…

De el Pibe a la Osita:
…otra vez empezar a quererte,
otra vez encontrarte en el café de la mañana
sin que tanta cosa irrenunciable hubiera sucedido.
Y no tener que acordarme de este olvido que sube
para nada, para borrar del pizarrón tus muñequitos
y no dejarme más que una ventana sin estrellas.

Los amantes_Alex Sánchez

 

Los Amantes (Cuentos ilustrados). Relatos cortos desde la ficción de José María de Pieznahui. En una narrativa poética por bajos de San Anselmo, el Pibe y la Osita se pasean por escenarios tan dispares como el destino, las despedidas, el fútbol, la evolución de hombre, los sueños, la muerte soñadora y el dulce ajenjo del suicidio.
Todo confluye en una misma sustancia, en una misma nostalgia; su imposibilidad va más allá de los desamores y la lenta agonía de las sábanas.
Sí, los amantes cocidos el uno al otro por la espalda ven por separado sus días venideros. ¡Nada y casi todo los ata! 
Será, pues, una justicia que sus pasos vayan más allá del alba o del ocaso; será feliz el álgebra luna y la misma mano del destino jugando, tan traviesos, con sus hilos ya enredados.

Álex Sánchez

El Centro Cultural PUCE y Veit Editores presentan el libro Los amantes del poeta y escritor Álex Sánchez en donde se reúnen 18 cuentos ilustrados por IoCh y Lenin Dávila. Paralelamente se proyectará un cortometraje basado en el contenido del libro, que ha sido dirigido por el mismo autor y una exposición realizada por Freddy Coello en donde el público podrá adentrarse en las historias de «Los amantes».

Boletín_Los amantes

 

Porque siempre es un gusto presumir de los amigos, más cuando los amigos tienen proyectos que nos emocionan. Este jueves, a las 19:30, estaremos en primera fila en el Centro cultural de la PUCE para ver cómo se iluminan los rostros de la gente.

El pan de cada día

He visto a gente en los locales de ‘fas fú’ comiendo sin hambre, con la cabeza gacha y los ojos perdidos. Los he visto, te lo juro, masticando como si ingerir los alimentos fuera parte de un proceso intermedio entre escoger el pan, los vegetales, pasar la tarjeta y cagar antes de volver a sus diminutas estaciones de trabajo en la oficina.
Hay quienes se sientan frente a las ventanas a ver el mundo pasar, contemplando a la gente en bicicleta con un poco de nostalgia, como diciendo «yo también estaría ahí si no hubiese olvidado ponerme el bloqueador solar…».
mujer

Mujeres de marzo – Fanzine Poético #3 –

A propósito del Día Internacional de la mujer, presento la publicación del Fanzine Poético # 3 Hasta que grita la santa. Una publicación a cargo del Colectivo La Chinchilla de la ciudad de Cuenca.

Los textos -contra la violencia a la mujer- y las ilustraciones están siendo expuestas en las muestras: Mujeres de Mazo (del 7 al 24 de marzo de 2013, Museo del Banco Central en Cuenca) y en Primer encuentro Arte Mujer (El Oro, Zamora Chinchipe, Loja. 6, 7 y 8 de marzo de 2013 en la Casa de la Cultura en Loja).

 

Pueden ver la publicación completa en el siguiente enlace: Fanzine Poético #3 «Hasta que grita la Santa».

 

A continuación uno de mis textos que fue incluido en la publicación.

 

Eisoptrofobia

Paso en sus ojos de ser lo que soy

a lo que fui.

Vi sus manos acariciando cicatrices en mi rostro

y a ella, sonriendo como si se felicitara.

 

Me vi convertida por su puño

en cientos de fragmentos de cristales diminutos

y no supe, aun así,

dónde había caído la máscara.

 

¿Y si fuera justamente

ese exceso de confianza en esta imagen

lo que entorpece la vista?

 

Más fácil es decirle al mundo

«nada puedo hacer, es este mi destino»

Que hacer una revolución día a día

 

La verdad del mundo es

que el horror es obra nuestra.

La oscuridad

la pintamos nosotros.

 

 

La esperanza viaja en tren

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No pudo más con su Macondo

y su loop ad infinitum.
Con esa sensación de vergüenza
por vivir bajo el supuesto

que su costado no había sido atravesado,

que podría un día aprender
sobre esas lenguas,
sobre Nunkui y sus milagros.

Se marchó con su hombre ajeno,

su exotismo
su generación Ni-ni.

Se marchó con su Macondo

envuelto en servilletas,
―no sabe bien a dónde―.

Si preguntan,

ríe y asiente.
Sabe bien,
porque ha vivido,
que la ciudad se lleva dentro.

 

Andrea Torres Armas.

 

Mala Hembra

Hace mucho espero subir este microrelato. Hoy, con la maravillosa ilustración de René Martínez (R3N0) -uno de esos amigos que siempre tendrá sitio en mi casa y en mi vida-,  les presento a la Mala Hembra:

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Cuando apagaron la luz para acostarse juntos, él le susurró:

-Te amo.

Y las palabras se le clavaron en el corazón.

Él cayó dormido envuelto en una húmeda tibieza.  Al despertar la mañana siguiente, se vio envuelto en sangre y comprendió, con la sonrisa de ella, que hacer el amor es lo mismo que una operación a corazón abierto.

Andrea Torres Armas.

 

 

 

Otoño de celestes labios

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Allá, un par de años atrás, cuando literalmente vivía entre libros y versos, tuve el gusto de conocer a un personaje que buscaba libros hermosos y un café. Poco tiempo después llegó un primer libro de aquel personaje y luego, un segundo, ambos bellamente trabajados -íntegramente-: cada verso y cada hoja.

Siempre he sentido gran admiración por la gente que hace lo que se propone aunque en el trayecto tenga que ir sorteando montaña tras montaña. Mañana es la presentación del libro Otoño de Celestes Labios, el hijo tercero de Alex Sánchez, amigo y escritor.

Para los que estén cerca, pásense por el Centro Cultural de la PUCE (10/05/2012) a las 19h00. Lo mejor para cerrar la noche es tener vino y poesía.

He cumplido con solicitar permiso del autor para reproducir su texto y risas de por medio, presento un fragmento de su obra:

[…] Vendrán las lunas, vendrán los lustros, quizás los siglos,

habrán otras calles, habrán otras páginas,

habrán otros versos, habrán otros hombres,

será la nieve, será el mar, será la arena,

una lejana mañana nos encontraremos nuevamente,

pero será acaso con otra edad,

será a caso con otros rostros.

Fragmento de Postergado Encuentro del libro La espada en el sueño

 

Trova para cazar dragones

Y bueno, como tengo el sí flojo y el no quedado, me hace muy feliz andar aceptando invitaciones, más aún cuando estas vienen de amigos que nos alegran la vida y hacen del mundo un mejor lugar para vivir.

Este sábado estaremos en Trova para cazar dragones, compartiendo música y poesía con Ismael Chavez y Chelo Calavera.

El encuentro es este sábado en Clown bar UIO (Reina Victoria y Lizardo García esquina) desde las 18h00.

Como abrebocas les dejo dos temas que me encantan: el Bolerito (No me Importa) de Ismael y Nubes del Chelo Calavera; además, un poema musical para entrar en ambiente.


DESCUBRIRSE

Haremos el amor a tientas,

torpemente.

Con esa ebriedad amarga

con un ritmo desolador a cuestas.

Te llenaré las manos de momentos infinitos

como cuando el jazz te golpea en el pecho

y no puedes reponerte.

Haremos el amor sin luces

en silencio,

suavemente

en un cuarto cualquiera

que contendrá entero al universo.

Nunca más una trompeta o un contrabajo. 

A tientas,

con el temblor de las manos que no fingen

cuando la pasmosa emoción se atora en la garganta

como cuando la música ha parado

y tú,

pobre músico,

no tienes más refugio que este cuerpo amargo

que no finge

cuando no queda más que descubrirse.

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Decálogo de asperezas

Desempolvando archivos en la memoria virtual, encontré un conjunto de textos muy curioso: el decálogo de asperezas.

Fue un experimento creativo que Daniel López definió así: 

Textos con rabia y catárquicos que dialogan con fotografia guarra random.

Un decálogo viceral y necesario para pensar en el dia que no fue. txt.andyt _ visual.denial.cc

decalogo de asperezas