Davilara, el bombero que le ganó al diablo | Reseña de A ritmo endiablado de bomba

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Serigrafía de A ritmo endiablado de bomba, cortesía de Alice Bossut

Robert LeRoy Johnson nació en 1911 en Hazlehurst, al sur del estado de Mississippi. Fue un cantante, compositor y guitarrista estadounidense de blues conocido como el ‘rey del blues del Delta’.

La leyenda dice que aunque tocaba varios instrumentos era más bien mediocre, hasta que, de la noche a la mañana, empezó a tocar la guitarra con un estilo tan particular que su ejecución fue envidiada por muchos, quienes consideraron que tocar así, de repente, no puede ser otra cosa que fruto de un pacto con el diablo.

El autor de ‘Crossroads’ habría vendido su alma al demonio justamente en el cruce de caminos de la actual autopista 61 con la 49 en Clarksdale (Mississippi-EE.UU.), a cambio de tocar blues mejor que nadie. Esperó en el cruce hasta la medianoche, le entregó su guitarra al diablo y este se la devolvió lista, las manos de Robert solo tenían que deslizarse por el mástil para interpretar el mejor blues de la historia. Poco después, a los 27 años, murió en circunstancias misteriosas (fue uno de los primeros músicos miembros del club). No hubo autopsia.

En Ecuador, en cambio, tuvimos a un músico que tocaba mejor Satanás, era tan bueno que no tuvo que empeñar el alma. Se trata de José David Lara Borja, Davilara, el ‘rey de la bomba’, quien nació en Tumbatú, valle del Chota, a inicios del siglo XX y murió alrededor de 1995.

La historia cuenta que Davilara era todo un personaje, un mito vivo: caminaba descalzo, «pata llucha», y eran tan ásperas las plantas de sus pies que incluso se podía prender fósforos raspándolos contra ellas. Su forma tan particular de interpretar la bomba (instrumento de percusión utilizado típicamente en las bandas mochas y para tocar el ritmo que lleva su mismo nombre) inspiró a varias generaciones de músicos y bailarines afrochoteños. Según cuentan los mayores, «cuesta arriba […] hacia donde ni los animales se aventuran», Davilara venció en un duelo musical de tres días con sus noches al mismísimo Diablo, quien, tras la fiesta de un compadre del músico, fue a buscarlo para saber si eran ciertos los rumores de que era tan buen ejecutante.

Esta historia sobre Davilara proviene de la tradición oral de los negros del Chota (sí, «son negros, no negritos, ni morenos, ni afros; negros, con mucho cariño y mucho respeto, así les gusta que les digan, porque les preguntamos», dice Marco Chamorro, ilustrador) y se recoge en una edición de lujo de la editorial Comoyoko.

Este libro, A ritmo endiablado de bomba, —con un tiraje de cuatrocientos ejemplares numerados— es un objeto precioso. Es un trabajo artesanal de alta calidad que cuida de los mínimos detalles: de encuadernación japonesa, cosido a mano simulando los hilvanes que se pueden ver en la bomba, impreso en serigrafía a dos colores «para representar el cielo y el suelo, los dos lados macho y hembra que debe tener el istrumento» sobre papel Favini Crush Citrus y Enviroment FSC (y no, no es un dato nimio, el papel fue escogido porque es del color del instrumento alrededor del cual gira la historia), forma parte de la colección Cajaronca y fue correalizado por los ilustradores Alice Bossut (Francia) y Marco Chamorro (Ecuador).

La propuesta de Comoyoko nació de la idea de hacer libros ilustrados en los que dialogue el texto con la imagen; de juntar a escritores, poetas, artistas plásticos; de hacer libros «artesanales entre comillas», dice Marco, en serigrafía, cuyo formato no tradicional siempre va a variar de acuerdo con la historia, orientados a generar un lector activo.

La investigación para realizar el libro tomó desde octubre a diciembre del año pasado y tuvo, antes que un referente teórico, un acercamiento «más bien intuitivo» hacia la comunidad. Cuenta Alice: «Llegamos un día a La Caldera, sin intención de hacer un libro, íbamos a bañarnos en el río, unos tres días, llegamos para una fiesta del día de la madre, nos encantó, pasamos muy bien y ahí dijimos “hagamos el segundo libro aquí” —el primero se llama Mama Cotacachi & Taita Imbabura y se basa en la historia del gigante de la laguna, de la tradición imbabureña—». Alice y Marco presentaron su proyecto al Ministerio de Cultura aún sin saber qué historia iban a contar, lo que sí sabían es que querían contar una leyenda del valle del Chota y que buscando la iban a encontrar.

Marco es oriundo de El Ángel, provincia del Carchi, y había escuchado de niño, mientras pasaba las vacaciones entre el río y las cosechas de fréjol, varias leyendas. «Juan Olmedo Rojas, un amigo, nos contaba historias, como en todo pueblo». Dar con la historia que iban a contar no les tomó mucho. Julis Arce, un profesor que da clases en San Rafael, les recomendó hablar con Iván Pavón, una persona que conoce mucho sobre su cultura, sobre la historia del pueblo afro, «él da clases en Mascarilla y nos dijo: “hace dos días estuvo un señor, Teodoro Méndez, que contó una historia bien bonita sobre un músico”; nos dio el teléfono de Teodoro y así fuimos a parar a Tumbatú», cuenta Marco. «Volvimos una y otra vez —interviene Alice— y Teodoro, muy generoso, nos contaba anécdotas, con mucha sal, nos reíamos mucho, pero no daban para hacer un libro, hasta que contó esta y ahí supimos que esa era. Luego una amiga nos dio el contacto de Marcelo Acosta, en La Concepción, lo fuimos a ver, y nos dice: “Claro, yo lo conocí cuando era niño y él mismo me contó que se había enfrentado con el diablo”; pero Teodoro también lo había escuchado de la boca de Davilara, porque, claro, son gente de más de sesenta años que lo escucharon del mismo personaje». Las anécdotas que contó Teodoro y casi un mes de convivencia con la gente de la comunidad nutrieron el libro. Algunos amigos incluso se configuraron como personajes. Esta convivencia también permitió que aunque la de los artistas fuera una mirada externa, esta esté despojada de folclorismos y sesgos. Poco después hallaron una investigación del musicólogo Juan Mullo y descubrieron, con las fotos, que la forma en que ellos lo habían ilustrado «era tal cual».

Esta manía de contar, esta urgencia de visibilizar las historias es ahora, «porque si no cuentas, te olvidas», dice Alice. Si no escribimos hoy nuestras leyendas, ¿cómo sabremos que «En la oscuridad el Diablo, más emperrado que nunca, no ve cómo Davilara hace para tocar tan bonito y con tanta fuerza»? ¿Cómo sabremos que «Enrabiado, el Diablo lanza su bomba al suelo y desaparece entre relámpagos»?

Bomba

David Lara cantando. Audio grabado por Juan Mullo Sandoval en 1987

Este texto fue originalmente publicado en No 242 de la Revista Cultural CartóNPiedra

Librerías para niños y animación a la lectura

Comparto con ustedes la reproducción de mi artículo sobre Librerías para niños y animación a la lectura publicado en la revista de7en7.

«Las librerías nunca deberían desaparecer. Ni siquiera en tiempos de crisis. La sensación de escoger un libro entre cientos de títulos siempre será placentera. Solo en las librerías —aunque es posible disentir— perdemos la noción del tiempo mientras fisgamos en las estanterías donde se acurrucan toda clase de libros: relatos de ciencia ficción, obras literarias, best sellers.

En estos espacios es fácil sentirse como en casa. Hay muchas librerías que han adecuado espacios, con sillones confortables para sentarse a leer sin miedo. Pero estos refugios no solo están pensados para los más grandulones, sino también para quienes han aprendido a leer hace apenas unos cuantos días: los niños.

No se trata de espacios convencionales, sino de rincones dedicados al entretenimiento didáctico, donde también se pueden organizar talleres, sesiones de magia, cuentacuentos… Con esa lógica se han creado librerías concebidas para los niños, para que descubran tempranamente el placer de la lectura, para que se acerquen de un modo emotivo y lúdico a esos objetos que pueden hacer que el universo se expanda mediante un proceso de adquisición de conocimiento.

Son muchos los que decidieron hacer del amor a los libros su modo de vida. Crear una plataforma y un mecanismo para formar más y mejores lectores. Aunque es posible que un adulto se ‘enganche’ con un libro y continúe siendo lector, este es, sobre todo, un hábito que se adquiere a temprana edad. Así nos aseguramos que el amor por la lectura nunca desaparezca.

De alguna manera, quienes están al frente de estas librerías tienen un gran desafío: inocular el gusano de la lectura de la forma más entretenida posible a los más pequeños. Si la estrategia funciona, habrá razones para creer que el mundo tendrá más devoradores de libros…».

Editorial de Andrea Rodríguez B.

Pirata

 

Mi primer acercamiento con la literatura no fue, necesariamente, un encuentro con los libros, o al menos no de una manera consciente. Cuando era niña mi papá viajaba mucho y cuando estaba en la ciudad solía atrasarme al recorrido de la escuela para que él me llevara. En el trayecto recitaba poemas y relataba historias. Con el tiempo descubrí que esa —que yo creía prodigiosa— memoria de mi papá, tenía sus fallas, pero que existía un dispositivo, una especie de prótesis, que podía hacer que la ‘Leyenda del cedrón’ volviera a situarse en la misma estancia con sus puntos y comas. Más tarde descubrí también que esas extensiones de la memoria en formato escrito podían comprarse y entrar a donde las vendían era mi versión de llegar al paraíso.

La primera vez que entré a una librería no era ya una niña, hasta entonces habían bastado las bibliotecas de la casa y de la escuela, pero cuando llegué a esa casona fue como descubrir un nuevo universo. Volví continuamente hasta que algunos años después llegué para quedarme y dedicarme a leer y a acercar esos descubrimientos a más personas. En ese entonces estaba segura de que todos los niños del mundo se merecían saber que los libros no solo eran extensiones de la memoria sino también pasadizos a mundos nunca antes imaginados y decidí permanecer en la sección infantil, porque era mucho más fácil y real hacer que un niño se enamore de la biblioteca del capitán Nemo o de los personajes de Tonke Dragt que un adulto de Slavoj Žižek.

Lo mismo que me pasó a mí ha sucedido con otras personas que decidieron hacer del amor a los libros su modo de vida. Crear una plataforma y un mecanismo para formar más y mejores lectores. Ciertamente es posible que un adulto se ‘enganche’ con un libro y continúe siendo lector, pero un hábito que se adquiere a temprana edad, difícilmente podrá ser eliminado.

Con esa consigna se han creado librerías especialmente pensadas para los niños, para que descubran tempranamente el placer de la lectura, para que se acerquen de un modo emotivo y lúdico a esos objetos que pueden hacer que el universo se expanda mediante un proceso de adquisición de conocimiento. Existen también librerías que si bien están pensadas para adultos, tienen áreas especialmente destinadas para los más pequeños.

¿Qué diferencia a una librería para niños de una de adultos?

Pues no únicamente los contenidos y la adecuación del espacio. Las librerías para niños generalmente buscan crear las condiciones para fomentar el hábito lector en distintos ámbitos; surten directamente a los niños —que son su público objetivo—, a los padres, a escuelas y bibliotecas y promueven la creación de circuitos a partir de programas de animación a la lectura que estimulan el interés por los libros (como objeto) y sus contenidos. Tal es el caso de las librerías especializadas El oso lector en Quito y Giving tree books en Cumbayá, además de los rincones especiales de LibriMundi, Mr. Books, Librería Española, Studium, etc.

Carolina Bastidas tiene una maestría en Literatura infantil y es propietaria de El oso lector. Relata que su librería nace a partir de la necesidad que existe en la ciudad por un lugar dedicado especialmente a los libros para niños y jóvenes. “La mayor parte de los libros que tengo son libro ilustrado y libro álbum, en ediciones muy bien cuidadas, con autores e ilustradores destacados (algunos conocidos mundialmente pero de los que acá no se sabe nada, y otros emergentes)”.

El oso lector nació hace 4 meses con la idea de ser un referente en librerías infantiles en la ciudad y de la literatura infantil local y del mundo. Tiene proyectos de fomento a la lectura en la librería y a partir de ella.

Giving tree books, en cambio, menciona en su página web que es una librería dedicada a los niños que se estableció en 2005. Nació como “un pequeño proyecto de una educadora con una creencia firme en la importancia de los libros en las vidas de los niños y jóvenes y la necesidad de proveerles con literatura de calidad, en inglés y español”.

Además de libros para cada edad, desde maternales hasta best sellers para adolescentes, Giving Tree Books tiene otro tipo de materiales y soportes para a impulsar las destrezas lectoras (títeres, rompecabezas y literatura especializada para padres y maestros).

¿Qué es y para qué sirve la animación a la lectura?

Borges decía que un libro que nadie ha leído no es más que un cubo de papel con hojas. Es la lectura la que da importancia, proyección y existencia a lo que el autor escribió.

Guglielmo Cavallo y Roger Chartier en Historia de la lectura en el mundo occidental (1997) hacen una reflexión de la lectura como proceso histórico; plantean, a partir del paso de literatura oral al registro escrito y, ahora al uso de las nuevas tecnologías, que las competencias (o facilidades) tecnológicas no suplen las competencias críticas. Que es necesario tener un proceso de apropiación del libro y la consecuente aprehensión de los contenidos desde la propia experiencia del lector. En esa medida, la animación a la lectura es un proceso de aprendizaje intencionalmente formativo. Su objetivo final es acercar el sujeto al libro. Supone el paso de una lectura básicamente pasiva y decodificadora, a una lectura activa que permita profundizar en los contenidos para obtener respuestas. Divertirse, soñar, aprender, recrearse y tener conocimiento sobre los más variados temas puede ser parte del proceso. Pero también es importante recordar que la lectura no es un acto edulcorado e inocente; es un proceso consciente y requiere también de una dosis de esfuerzo y determinación.

Este tipo de actividad utiliza diferentes estrategias que combinan acciones creativas para lograr que los lectores sientan motivación e interés por la lectura y desarrollen la capacidad lectora y el cultivo de destrezas (análisis, síntesis, comprensión, autodeterminación).

Pensar también que leer es la única forma de acercarse a la literatura, puede ser errado, mucho más si pensamos en que estamos en una cultura que se enriquece por una gran variedad de relatos orales que dan cuenta de un vastísimo universo (si no, recordemos la facilidad con que las abuelas nos construían mundos contándonos leyendas, o cómo hemos podido conocer nuestras historias familiares a partir de lo que nos cuentan nuestros papás).

 

Consejos para formar lectores desde casa

  • Hacer que el libro sea un objeto cotidiano y no un ‘objeto de culto’; es decir que el libro tiene que ser algo cercano, como un lápiz que lo mismo puede estar en una mesa de la sala, en una biblioteca o en el cuarto. Es importante que los niños puedan tener un contacto directo y sentir al libro casi como un juguete con el que se pueden divertir y al que deben cuidar.

  • Gianni Rodari, pedagogo, decía que “Nunca se debe ordenar leer un libro a nadie. Lo mejor es sugerir, mostrar, indicar aquellos libros que nos parecen los mejores, para que nuestros hijos (…) se diviertan y aprendan”. En esa medida debe haber una combinación de lo que a los niños les gusta y lo que queremos que aprendan.

  • No hay que presionar, como la lectura debe tener un proceso de apropiación que parte también de la experiencia previa, no te desesperes si tu hijo prefiere un libro recomendado para una edad mayor o menor. En algún punto encontrará su propio ritmo y sus gustos.

  • Si un libro no nos gusta no tenemos por qué leerlo.

  • La lectura también es un acto de complicidad y de ejemplo. Si tenemos papás y profesores que no leen o que no leen con los niños, ¿qué podemos exigir?

  • Se debe procurar que los niños manejen el mayor número posible de lecturas; es decir que se busque que a sus manos lleguen desde libros de terror hasta de aventuras o de ciencia ficción o periódicos. Cuantos más libros tengan a su alcance, más fácilmente lograremos que sean capaces algún día de elegir críticamente.

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Sobre cómo llegó la quinua desde el cielo hasta el altiplano

Más de uno se ha sentido como Mafalda frente a la sopa alguna vez en su vida. A mí me pasaba los lunes con la sopa de arroz de cebada con col. Sin embargo, nunca me pasó con la sopa de quinua con maní y carne de cerdo que hacía mi abuelita y que es hasta hoy mi plato favorito en todo el universo.

Y como nos gusta mucho que nos pidan que escribamos y que escribamos sobre cosas que nos gustan, leyendas y comida, por ejemplo, aquí una colaboración para la revista de7en7.

El artículo completo se puede encontrar también en Sobre cómo llegó la quinua desde el cielo hasta el altiplano

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Oralidad Modernidad en STLILLA

Estamos felices de anunciar las buenas nuevas, de alistar maletas y soñar con babeles temporales. Señoras y señores: ¡nos vamos para Indiana!

El Proyecto Oralidad Modernidad presentará una ponencia en el marco de STLILLA (Symposium on Teaching and Learning Indigenous Languages), que se desarrollará del 31 de octubre al 3 de noviembre en la Universidad de Notre Dame.

Comparto con ustedes el resumen de nuestra ponencia:

 

 “Documentación activa y revitalización lingüística”


Antonio Salazar and Andrea Torres 

Oralidad Modernidad es un proyecto interdisciplinario que busca determinar la situación de las lenguas indígenas en el Ecuador de hoy mediante la recopilación de testimonios, conversaciones libres, tradiciones orales y entrevistas sociolingüísticas georeferenciadas.

A partir de los datos recogidos, hemos iniciado un proceso de documentación activa con la creación de archivos digitales, la producción de materiales visuales e impresos y mapas geolingüísticos que promueven y facilitan el uso de estas lenguas en un mayor número de situaciones sociocomunicativas.

Basados en un método indirecto de revitalización cultural y lingüística, nuestro proyecto se aparta de un enfoque vertical e incluye como premisa básica, una metodología de colaboración por medio de talleres de arte para la producción de materiales culturalmente sensibles que posteriormente son difundidos a nivel comunitario. En esta ponencia se abordará el papel que desempeñan las Tecnologías de Información y Comunicación (TIC’s) en el conocimiento, mantenimiento, desarrollo, difusión y refuerzo de las lenguas originarias.

La devolución y socialización de estos materiales orales y pictográficos que son más familiares a las comunidades, motivan la seguridad y el prestigio lingüístico y cultural, al tiempo que capturan el interés del público.

Consideramos que la generación de materiales y su retorno a las fuentes dan a hablantes y no hablantes de lenguas indígenas una base de documentación idónea para su refuerzo y revitalización.

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Mitocrónicas

Mitocrónicas

En realidad creo que hay muy pocas cosas que igualan lo maravilloso de la palabra.  Cuando era niña, mi abuelita Quica -con su carita de sauce-  me contaba miles de historias de duendes y aparecidos, de niñas ojonas y cadenas, fantasías en los bosques.  Mi papá me recitaba poemas sobre noches de lluvia camino a la escuela y, Él y yo nos enamoramos por culpa de un cuento.

Escuchar una narración de una voz que llega al alma y te lleva a otros lugares en medio del pensamiento mágico mítico, creo yo, tiene pocos placeres comparables.

Les presento Mitocrónicas: una propuesta de Narración Oral Escénica musicalizada en vivo. Están Javier Cevallos, Valentina Lovato, Leo Santillán y Franklin Martínez. Se presenta el 15 de junio la última función a las 20:30 en el Patio de Comedias acá en Quitof…