Gödel: paradoja y vida

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Viena, a inicios del Siglo XX, era conocida como el laboratorio para la destrucción del mundo.  Filósofos, científicos y matemáticos encontraban a llí un terreno fértil para ideas nuevas y radicales que cambiaran la concepción de todos los ámbitos del pensamiento y la cultura.  Allí, Kurt Gödel, un estudioso de lógica matemática, produjo el avance más importante de esta ciencia: los teoremas de incompletitud.
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Los teoremas de Gödel nos hablan de la imposibiliad de los sistemas formales para alcanzar verdades absolutas, debido a que la aritmética y geometría por sí solas no logran desempeñar el papel de la intuición y los procesos mentales propios del ser humano en la solución de los problemas.  Es decir que, como creía Platón, en verdad hay un mundo de ideas en el que solo podemos entrar con la mente, y del cual están excluidos los sitemas formales y las máquinas que funcionan de acuerdo con ellos.
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La importancia de los descubrimientos de Gödel va más allá de la lógica y la matemática, afectana nuestra filosofía y cosmogonía, nos dicen (entre líneas) cosas muy importantes a cerca de la verdad, la paradoja y los alcances de la mente.  Gödel llevó esta discusión al plano demostrable e hizo grandes aportes a la filosofía y al entendimiento mismo del pensamiento.
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A pesar de no haber sido comprendido por la mayoría de pensadores de su tiempo, y haber sufrido los ataques intelectuales de gigantes como Wittgenstein, llegó a ser considerado como el lógico más importante después de Aristóteles y fue el mejor amigo de Albert Einstein.  Sus teoremas allanaron el camino para Von Neuman y Alan Turing en la construcción de los primeros computadores.
Sin embargo, este genio no soportó la soledad a la que se vio reducido por la poca comprensión de los científicos y vivió exiliado en la torre más alta del pensamiento puro, paranoico y solitario.
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Les recomiendo este libro de Rebeca Goldstein en la Editorial Antoni Bosch

Eisoptrofobia

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Hace ya muchos años un amigo y yo presentamos un homenaje a la obra poética de Borges; entre otras cosas la presentación incluía un breve análisis sobre su fobia a los espejos basándose en Los Espejos Velados, que figura en El Hacedor:
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«Uno de mis insistidos ruegos a Dios y al ángel de mi guarda era el de no soñar con espejos. Yo sé que los vigilaba con inquietud. Temí, unas veces, que empezaran a divergir de la realidad ; otras, ver desfigurado en ellos mi rostro por adversidades extrañas. He sabido que ese temor está, otra vez, prodigiosamente en el mundo».
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Siempre pensé que esta cita y el poema Los Espejos eran una suerte de epifanía y ahora que me encuentro reconstruyéndome siento un poco de nostalgia de los cafés, los poetas queridos, las fobias y las filias.
Nunca viene mal el recuerdo.
Los espejos
Yo que sentí el horror de los espejos
no sólo ante el cristal impenetrable
donde acaba y empieza, inhabitable,
un imposible espacio de reflejos
sino ante el agua especular que imita
el otro azul en su profundo cielo
que a veces raya el ilusorio vuelo
del ave inversa o que un temblor agita.
Y ante la superficie silenciosa
del ébano sutil cuya tersura
repite como un sueño la blancura
de un vago mármol o una vaga rosa.
Hoy, al cabo de tantos y perplejos
años de errar bajo la varia luna,
me pregunto qué azar de la fortuna
hizo que yo temiera los espejos.
Espejos de metal, enmascarado
espejo de caoba que en la bruma
de su rojo crepúsculo disfuma
ese rostro que mira y es mirado,Infinitos los veo, elementales
ejecutores de un antiguo pacto,
multiplicar el mundo como el acto
generativo, insomnes y fatales.

Prolonga este vano mundo incierto
en su vertiginosa telaraña;
a veces en la tarde los empaña
el Hálito de un hombre que no ha muerto.

Nos acecha el cristal. Si entre las cuatro
paredes de la alcoba hay un espejo,
ya no estoy solo. Hay otro. Hay el reflejo
que arma en el alba un sigiloso teatro.

Todo acontece y nada se recuerda
en esos gabinetes cristalinos
donde, como fantásticos rabinos,
leemos los libros de derecha a izquierda.

Claudio, rey de una tarde, rey soñado,
no sintió que era un sueño hasta aquel día
en que un actor mimó su felonía
con arte silencioso, en un tablado.

Que haya sueños es raro, que haya espejos,
que el usual y gastado repertorio
de cada día incluya el ilusorio
orbe profundo que urden los reflejos.

Dios (he dado en pensar) pone un empeño
en toda esa inasible arquitectura
que edifica la luz con la tersura
del cristal y la sombra con el sueño.

Dios ha creado las noches que se arman
de sueños y las formas del espejo
para que el hombre sienta que es reflejo
y vanidad. Por eso no alarman.

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¿Si los aztecas hubiesen conquistado Europa?

Eduardo Villacis & The Smoking Mirror

«The Art of the Smoking Mirror» is a provocative and witty exhibit of masterful drawings, lavish paintings, re-appropriated artifacts, and humorous diatribes recounting the Aztecs’ conquest of Europe. Villacís’ work presents a powerful and harmonious clash of styles where Renaissance classicism meets Aztec art. Through humor, Villacís addresses social and cultural ills in Latin America and issues of racial and religious intolerance. His keen sense of irony brings to mind the tales of the great South American writer, Jorge Luis Borges.»

Cesar Ricaurte and Christian Hill

Hay cosas que merecen ser vistas, admiradas, comentadas y compartidas.

Una vez visto lo visto, lo elogio y se los entrego: pasen ustedes a la casa virtual del

Señor Eduardo Villacis

 

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